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Amanece que no es poco

Boletín Nº49

luis_garach.png por Luis R. Garach

Confieso que no soy admirador del cine surrealista, sino más bien del cine histórico y bélico, y si me apuran, del de acción. Pero no puedo negar que esta película de José Luís Cuerda de finales de los 80, supuso un auténtico éxito de taquilla en las salas de cine de aquella época y que, con el paso de los años, se ha convertido en una verdadera película de culto para los cinéfilos a los que les encanta la teoría del absurdo.

El nombre de la afamada película me viene al dedillo para describir el estado de ánimo en el que cada día más, desarrollan su actividad diaria, decenas de miles de autónomos y pymes que intentan salir adelante de la mejor manera posible, pero que se están encontrando con un montón de piedras en el camino, y lo que es peor, con algunos palos en las ruedas que, incluso, pueden provocar su caída.

Si, queridos amigos. Hay que tener una fortaleza mental tremenda y una capacidad de encaje similar a la del mítico púgil vasco, Urtain, “el tigre de Cestona”, para levantarse cada día y poder seguir luchando por mantener abiertos todos esos negocios que les permiten ganarse la vida con mayor o menor solvencia, y dar empleo a unos cuantos millones de españoles para que saquen adelante a sus familias.

Nuestra economía no está desde luego para tirar cohetes. Pero es que cuando los síntomas de una clara recuperación después de la colosal crisis sufrida en los años anteriores, permitían aventurar la aparición de los anhelados “brotes verdes”, nos hemos visto inmersos en una concatenación de procesos electorales que están teniendo un efecto muy negativo en nuestras empresas, especialmente por un exceso de intervencionismo gubernamental con la aparición de nuevas normas regulatorias tributarias y laborales que, no sólo cambian las reglas del juego, si no que crean sin motivo aparente, confusión, indefensión y lo que es mucho peor, temor en los emprendedores y empresarios, que dudan mucho a la hora de la puesta en marcha de nuevos proyectos que generen empleo y nuevas inversiones productivas.

Un par de detalles que tienen mucha más importancia de la que creemos, y que estamos sufriendo en la mayoría de las empresas serían:

El registro de la jornada de trabajo en las empresas:

El legislador se ha mostrado poco hábil y menos ágil a la hora de tener en cuenta la enorme casuística existente en las empresas y ha provocado un auténtico caos regulatorio de muy difícil solución. Queda claro que se trata de vigilar aquellos casos en los que las empresas defraudan a la seguridad social por falta de cotización de parte de la jornada que llevan a cabo sus trabajadores cuyo número de horas es inferior al real, y también aquellos casos en que se realizan horas extraordinarias por encima del cómputo permitido por la normativa actual vigente. Hasta ahí creo, estamos la mayoría de acuerdo.

Pero es que existen decenas de casos en que el establecimiento de ese control además de ser verdaderamente complejo, es imposible llevarlo a la práctica ya que no está sujeto a localización fija o a un horario determinado. Hablamos de comerciales, intermediarios, transportistas, repartidores, directivos de empresas, sanitarios, y un largo etcétera de profesiones a las que no se ha tenido en cuenta a la hora de poner en marcha esta normativa. Da igual que surjan nuevas y excelentes aplicaciones informáticas para llevar a cabo dicho control y que se inventen nuevos sistemas de control de presencia de muy diferente funcionamiento y coste. Es sólo una muestra más del dinamismo empresarial español.

Queda claro que no se incluye en este caso a los autónomos a los que se nos permite seguir partiéndonos el lomo o la sesera de sol a sol, incluidos sábados, domingos y fiestas de guardar. No echamos horas extras al uso, simplemente, no podemos dejar de nadar si no queremos que nos arrastre la corriente de este caudaloso río de aguas turbulentas en el que se ha convertido nuestra competitiva economía.

Los nuevos avisos de la Agencia Tributaria:

Desde hace unos cuantos años, las autoridades gubernamentales de nuestro excelso país, tienen en su punto de mira a cualquiera que desarrolle una actividad económica ya sea del ámbito profesional, agrícola, ganadero o puramente empresarial.

El mero hecho de poner en marcha cualquier actividad de las mencionadas anteriormente, nos convierte automáticamente en contribuyentes situados en el centro de la diana del fisco. A aquellos que tienen nómina ya se les controla adecuadamente, y salvo casos excepcionales, su índice de complejidad fiscal, es muy inferior a la de aquellos que integran el sufrido colectivo empresarial.

Sentada esta premisa fundamental, y ejecutado un año tras otro el programa de control y detección del fraude tributario en nuestro país, este año se ha apostado fuerte por elevar la temperatura algún grado más y se han hecho llegar a miles de empresas (con forma jurídica y la mayoría dedicadas al comercio), claras misivas de advertencia sobre los volúmenes de operaciones que llevan a cabo en comparativa con empresas del mismo sector donde desarrollan su actividad económica, en lo referente a los medios de cobro utilizados en su tráfico comercial.

Ya no hablamos de si puede existir o no fraude, sino que, usando los más torticeros métodos indiciarios para la detección del mismo, se pone en jaque de forma puramente estadística comparativa, el flujo de efectivo o de uso de tarjetas que pasa por nuestro negocio. A la carta le falta la coletilla “el que avisa, no es traidor”, advirtiéndonos de que debemos controlar cómo la gente nos paga en nuestro establecimiento ya que, si el resto de sector maneja unos parámetros diferentes a los nuestros, inmediatamente nos convertimos en sospechosos.

No estaría de más que se facilitaran dichos datos para que aconsejáramos a nuestros clientes cuál es el camino adecuado a seguir para no levantar sospechas y no morir de infarto en el caso de recibir una de esas curiosas misivas.

Vuelve a quedar muy claro que Hacienda maneja con su big data tributario muchos más datos de los que creemos, pero si seguimos por ese camino, ya no sólo es que se ponga en tela de juicio si pagamos mucho o poco, sino además, como lo cobramos, lo cual se presta a múltiples interpretaciones que pueden recaer en el funcionario de turno, en su pericia o en su buena voluntad.

Esta comunicación que podemos llamar “invitación” a hacer las cosas bien, es un primer toque de atención que suponemos precede a posteriores visitas de cortesía a dichos establecimientos, y en casos muy flagrantes, a la apertura de expedientes de revisión para profundizar en los datos obtenidos. Será cuestión de dedicar una parte de nuestro tiempo, no sólo a cumplir con nuestras obligaciones tributarias periódicas, sino también a ver qué conclusiones podemos sacar de los mismos.

En mis asignaturas de derecho se utilizaba una expresión que me dejó marcado: “en la flexibilidad de la norma, está la grandeza de la ley”. Pero allí no se mencionaba nada de la estadística de cobros entre efectivo y tarjeta. Y esa flexibilidad me temo que no será tan grande en manos del funcionario de turno.

Por eso, y para finalizar, agradezcan que todos los días amanezca, ya que cualquier cosa es siempre susceptible de poder empeorar, y que cada día que ponemos en marcha nuestra empresa, es un motivo más de poder celebrar que somos ese grupo de supervivientes (me incluyo en el mismo desde hace más de 30 años) que, por encima de todas las cosas, aceptamos ese duro y arriesgado camino que el destino colocó en nuestras vidas.

“Si así lo hicieseis, que Dios os ayude, y si no, que él y la patria os lo demanden….”