Casi el 99% de las empresas españolas, tarde o temprano, deben acudir a fuentes de financiación externas con objeto de poder obtener fondos con los que empezar su andadura, acometer inversiones o lanzar una nueva línea de productos. Los bancos son por tanto, la primera opción de financiación que los autónomos, pymes y empresas de nuestro país, eligen a la hora de emprender cualquier tipo de negocio o proyecto futuro.
Tal y como decían los romanos, “la mujer del César, además de honrada, debe de parecerlo”. Y es ahí donde cualquiera que acuda a un banco, se va a ver retratado con una determinada instantánea, que debidamente analizada por los técnicos de dicha entidad, arrojará un resultado que le permitirá en determinados casos, obtener la ansiada financiación, y en otros, cerrarse las puertas de dicho banco durante bastante tiempo.
En los días de vino y rosas previos a la crisis económica actual, cuando el grifo de la financiación estaba abierto y el dinero circulaba a gran velocidad y elevada presión, era muy sencillo obtener fondos de cualquier entidad bancaria. Los tipos eran muy bajos y había un exceso de liquidez y un afán consumidor, de manera que bastaban cuatro papeles y un atisbo mínimo de confianza en las posibilidades de cualquier negocio, para que se concediera, por parte de muchas entidades y sin más, la operación propuesta.
En el caso de particulares, las hipotecas superaban con creces el 100% del valor de tasación de los inmuebles y se aprovechaba el crédito hipotecario para pagar nuevos vehículos o cambiar el mobiliario de la vivienda recién adquirida. En resumen, se vivía muy por encima de las posibilidades reales del personal, y los bancos empezaban a cavar su fosa del ladrillo.
Y de aquellos lodos, pues los barros actuales, o zona pantanosa en la que se ha transformado el actual sistema financiero español. No tenemos punto medio, y hemos pasado de 100 a 0, en una desaceleración brutal donde las más perjudicadas han sido las pymes españolas, por no hablar de la profunda y brutal reestructuración de nuestro sistema financiero con un elevadísimo coste para la arcas del estado español.
Vistos los antecedentes de sobra conocidos por todos, situémonos en nuestro punto de partida y preguntémonos: ¿qué me va a pedir el banco para concederme financiación?
Papeles, muchos papeles y más de una explicación convincente de nuestra marcha empresarial y de los motivos de nuestra solicitud de financiación.
No quiero extenderme demasiado, por lo que haremos un pequeño desglose que puede variar atendiendo al montante económico de la operación y del destino de los fondos que solicitemos:
Del estudio de dicha documentación por parte de los analistas o técnicos financieros de la entidad bancaria donde hemos realizado nuestra solicitud, dependerán en gran medida, el éxito o fracaso de nuestra operación sin olvidar otros detalles que también tienen una cierta importancia y que en la mayoría de las ocasiones, no se tienen en cuenta a la hora de realizar una evaluación adecuada de las posibilidades de éxito de la misma:
Está claro que a un mayor importe de la operación, la entidad nos pedirá más documentación y más garantías tanto personales como hipotecarias en caso de ser precisas para avalar el montante que estamos solicitando.
Cada entidad tiene un modus operandi diferente, pero al fin y al cabo estudian desde diversos puntos de vista la viabilidad económico-financiera de la operación que se propone. En pequeñas cantidades como puede ser un simple préstamo a corto plazo destinado a consumo, empezarán con un simple cálculo de scoring, sistema automatizado de cálculo de créditos que en base a unos parámetros que le suministramos emite una calificación que permite conocer la aprobación ya sea previa o definitiva de esa operación, y asignarle un determinado importe de concesión.
Pero cuando los importes aumentan y la complejidad de la operación planteada es muy superior, todo pasa por los analistas de los departamentos que las entidades bancarias tienen para estudiar y conceder dichas propuestas. Y como el grifo se cerró y sólo ahora empieza a abrirse muy leve y lentamente, los requisitos para la concesión han crecido poderosamente, tanto en las garantías y tipo de las mismas que se exigen a los solicitantes, como en el estudio económico de las empresas donde se pretende realizar o acometer este o aquel proyecto de inversión.
Por eso, antes de acudir a una entidad bancaria para solicitarles alguno de los diferentes productos financieros que necesitamos para nuestra empresa o negocio, debemos realizar un breve planteamiento previo (check list) que nos ayudará, por una parte a no engañarnos a nosotros mismos, y por otro, a no perder mucho el tiempo vagando de entidad en entidad, buscando un mirlo blanco, que por desgracia, desapareció hace ya unos cuantos años de nuestra fauna bancaria:
Un alto porcentaje de respuestas afirmativas de este simple cuestionario nos ahorrará muchos quebraderos de cabeza y probablemente nos sirva para mirar con la cabeza bien alta al director o analista de la entidad financiera a la que decidamos dirigirnos. En caso contrario, recomendamos primero limpiar un poco nuestra imagen económica exterior y no llevarnos a engaño, ante posibles y reiteradas negativas que obtendremos de aquellos lugares donde acudamos a pedir financiación. El tiempo es oro y un empresario jamás debe perderlo en tareas improductivas, aunque esto sea sólo un consejo.
Geolit, Parque Científico y Tecnológico
Edificio Software DELSOL · 23620
Mengíbar · Jaén
Centralita: 953 22 79 33
Comercial: 953 21 41 00