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Volver a empezar

por Luis R. Garach

Corría el año 1983 cuando de madrugada, en una de esas maravillosas galas americanas de largas alfombras rojas para la entrega de los premios Oscar, la longeva actriz alemana Luise Rainer, pronunciaba con entusiasmo el nombre de la película ganadora: VOLVER A EMPEZAR, del reconocido director español, JOSE LUIS GARCI.

Por primera vez, un film español, conseguía la preciada estatuilla dorada a la mejor película de habla no inglesa en la meca del Séptimo arte. Este éxito de un cine tan poco reconocido por entonces como el nuestro, nos dejaba un par de mensajes que aprovecharé para analizar la situación que hoy, casi en medio mundo, estamos viviendo por culpa del dichoso COVID 19 y que tan profunda huella y enorme factura, va a dejar en nuestra sociedad.

El título de la película nos viene como anillo al dedo para recapacitar y preguntarnos si de verdad, lo que nos ha pasado y está pasando, es de verdad un VOLVER A EMPEZAR, pero crudo y real como la vida misma.

Después de meses de obligado aislamiento sanitario para contener la propagación del virus y de una terrible paralización de la actividad económica, nuestra manera de vivir y de trabajar, ha sufrido de golpe y porrazo, una tremenda transformación que no es nada temporal, sino que amenaza con durar como mínimo unos meses más hasta que se encuentre la ansiada vacuna o remedio a esta maldita pandemia que se ha llevado miles de vida en nuestro país, y que si no ponemos la inteligencia al servicio de la economía, amenaza con dejar en el camino a un mayor número de empresas y negocios que los que ya han cerrado hasta el día de hoy.

Afrontamos una crisis única y sin precedentes donde prima como no podría ser de otra manera, el aspecto sanitario, pero donde debemos poner todos los medios y sabiduría a nuestro alcance para que en esa normalidad pasajera a la que nos quieren habituar, se imponga el sentido común y prevalezca el espíritu de supervivencia e innovación de los auténticos artífices de la gran remontada económica que llevamos a cabo en este país en la década anterior: los emprendedores, autónomos y empresarios que son los que verdaderamente impulsan la creación de empleo para la vuelta a la normalidad más absoluta.

Esa normalidad en la que estábamos instalados hasta que llegó el dichoso virus de fuera de nuestras fronteras para cerrarlas y cercenar de un golpe nuestras esperanzas y lo que es peor, gran parte de nuestra economía basada en las exportaciones de nuestros productos y en la joya de la corona, el turismo. Si, ese mismo turismo que es una parte fundamental de nuestro PIB y que, desde ciertas instancias, se denuesta y menosprecia fruto de una miopía estratégica y de una manifiesta incapacidad para gestionar cualquier cosa que no forme parte de una lista de prioridades impuestas desde otras instancias.

Tenemos que volver a resurgir, cual Ave Fénix de nuestras cenizas e intentar poner de nuevo en marcha nuestros negocios, modificar nuestros servicios para adaptarlos a esta realidad, e incluso, innovar en los mismos para hacerlos más accesibles a los ciudadanos y los consumidores. Hay que reinventarse y poner toda la carne en el asador para que el consumo se recupere, no se destruya más empleo, el dinero fluya y haciendo piña, consigamos que nadie se quede en el camino.

Y esa es la verdadera misión de nuestros gobernantes: que nadie se quede atrás, que ya son bastantes las decenas de miles de compatriotas que han caído en esta cruenta batalla. Ahora hay que facilitar que las empresas vuelvan a funcionar, que la gente se reincorpore a sus puestos de trabajo, que se adopten las medidas necesarias para que aquellos que más han sufrido, obtengan esa ayuda necesaria para poder a tener unos servicios adecuados y una existencia digna, recuperando la ilusión por vivir y por sacar a sus familias adelante.

Creo sinceramente que la implantación del ingreso mínimo vital debidamente regulado y controlado, es una gran medida en estos tiempos que nos está tocando vivir, y debe paliar la trágica situación que se vive en cientos de miles hogares españoles por esta pandemia. Pero no es menos cierto que otras muchas medidas que se está adoptando por el ejecutivo, no apuntan en el sentido adecuado y lamentablemente lo vamos a sufrir en nuestras carteras en los próximos meses.

Queda claro que la implantación de ciertas medidas, populares o no, pero necesarias, suponen un gran desembolso por parte de la administración, y que además de ello, nuestro sempiterno déficit estructural y el despilfarro en ciertas actuaciones, hacen aún más acuciante la necesidad extrema de cuadrar los presupuestos aumentando la recaudación tributaria, ya que el dinero no cae de los árboles. Y es ahí donde volvemos a tropezar en la misma piedra: la subida de impuestos directos y muy próximamente, también de los indirectos.  En Alemania y otros países de Centroeuropa los bajan para recuperar la senda del crecimiento. Aquí vamos a contramano, como casi siempre.

No hay peor sordo que el que no quiere oír, lo que nos hace seguir empeñados en penalizar a las empresas e imponerles nuevos tributos, que nos guste o no, más temprano que tarde, trasladarán al consumidor final que al fin y al cabo, no tendrá capacidad económica suficiente y reducirá su consumo, cayendo la recaudación, reduciendo los ingresos de las empresas, llevándolas a la quiebra y provocando más despidos, los cuales aumentarán el número de perceptores de ayudas públicas y rentas de subsistencia, que al final, el estado no podrá soportar y llegaremos al default, con el temido rescate en lontananza.  ¿Trágico, no? Ya estuvo a punto de pasarnos una vez y ahora llevamos muchas más papeletas que antes, por lo que debemos de intentar cambiar de rumbo antes que choquemos con este tremendo iceberg, que al contrario que el del Titanic, ahora es visible y monstruoso.

En segundo lugar y recuperando el principio de mi artículo, pongo un dato encima de la mesa, desconocido para la mayoría de los no cinéfilos. La actriz Luise Rainer que entregó el premio a nuestro director GARCI, tiene un par de record muy curiosos en el mundo del cine y en particular, de los Oscar. Es la actriz más joven en ganar dos premios consecutivos y, además, la más longeva de los premiados, algo lógico ya que vivió hasta los 104 años.

Curioso: joven para triunfar y longeva para perdurar, como nuestra querida España. Con una historia milenaria llena de hitos y leyendas, pero siempre con los mismos males y problemas que a veces, parecen tener los jóvenes inmaduros e imberbes, a los que nada les parece bien, y en ocasiones, prefieren desandar lo andado con tal de salirse con la suya, y empezar de nuevo sin importarles aquello bueno que hubiera en el pasado, y traicionando las tradiciones y costumbres que han ido constituyendo nuestra historia y nuestro bagaje como gran nación.

Señores políticos de cualquier partido, tendencia o confluencia: estamos hartos de desandar lo andado, de echar abajo el edificio para construir uno nuevo que no es mejor, pero que me gusta más porque tiene un color especial. Hemos tocado fondo.  Si en 2008 nuestra deuda pública era del 40,2% respecto a nuestro PIB, estamos a punto de alcanzar un porcentaje superior al del 115%.

Hay que trabajar todos unidos para poner la maquinaria en marcha y no perder un solo minuto más en diatribas ideológicas que no contribuyen a nada, sino a volver a abrir el gran abismo que nos sepultó en la ruina hace ya unas cuentas décadas. España lo necesita para seguir avanzando y construyendo el futuro de sus ciudadanos y de las generaciones venideras. Estamos volviendo a perder el tren igual que en épocas anteriores por nuestras luchas ideológicas y fratricidas que sólo sembraron odio y violencia.

Pongan más de su parte y no se olviden del motivo por el que los ciudadanos los votaron: para resolver los problemas, no para crearlos. Como decía Platón: “Ser sabio requiere tiempo y esfuerzo, pero sobre todo honestidad”. Comencemos por ahí antes de que sea tarde, y entonces, tengamos que VOLVER A EMPEZAR.

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