El índice ebitda (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization o beneficios antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones), se creó para medir la capacidad de una empresa de ser rentable.
Como su nombre indica, el ebitda se calcula eliminando los gastos que no son, según se considere, propios de la explotación, por lo que, a partir del resultado contable (Pérdidas o Ganancias) deberemos restar:
Así pues, el ebitda nos da información sobre el funcionamiento del negocio en el día a día computando, exclusivamente, los ingresos y los gastos ordinarios de la actividad productiva concreta; la idea es obtener información sobre el funcionamiento puro de la empresa, de los resultados que obtiene en el núcleo puro de su actividad.
La aparición de este índice responde a la política, llevada a cabo en los últimos años del Siglo XX, de compra de unas empresas por otras en el sector tecnológico en base a fuertes apalancamientos, es decir, utilizando recursos económicos ajenos.
Precisamente lo que pretende el índice ebitda es prescindir de las consecuencias de, entre otros, un fuerte apalancamiento.
En términos financieros hablamos de apalancamiento para referirnos a la utilización de fondos ajenos para realizar compras o inversiones en nuestra actividad productiva.
Esos fondos ajenos pueden proceder de una entidad financiera (un préstamo o crédito de cualquier tipo), de la colaboración del mercado (por ejemplo, a través de la emisión de obligaciones o a través del crowdfunding) o de otras fuentes como, por ejemplo, la recepción de subvenciones que no sean a fondo perdido.
Por un lado, la utilización de capital ajeno tiene un coste ya que deberemos, además de devolverlo, pagar sus gastos financieros (intereses y comisiones) lo que supone una disminución del resultado de la operación principal (si compramos un activo que nos produce, en determinado periodo, un beneficio de 100 y tenemos que pagar de gastos financieros de esa operación 10 el beneficio que obtenemos es de 90).
Por otro lado, también tiene un riesgo ya que, si la operación que hemos financiado con recursos económicos ajenos sale mal, podríamos llegar a ser insolventes ya que hay que seguir devolviendo el dinero, salga bien o mal.
La idea del ebitda es eliminar este parámetro porque, cuando una empresa adquiere un negocio a base de apalancamiento, se entiende que está creando una economía de escala que, con el desarrollo del negocio, va a compensar los posibles efectos negativos del endeudamiento.
El mismo criterio, y por las mismas razones, se aplica a las depreciaciones y amortizaciones y a los gastos fiscales que no forman, según este índice, parte del negocio.
Como todos los índices económicos sobre una actividad, el ebitda puede ser utilizado para comparar; bien para comparar los propios resultados de una misma empresa en momentos diferentes de su actividad o para comparar el funcionamiento de una empresa con otra.
En realidad, lo que nos está diciendo es la eficacia operativa de la actividad a la que se aplica.
Al prescindir de factores que, aunque sean esenciales para el negocio, no inciden directamente en la producción como son la financiación ajena, las cargas fiscales o las inversiones productivas, lo que nos está diciendo es cual es la eficacia en el desarrollo de dicho negocio como tal, además de poder comparar distintas empresas, aunque tengan elementos a su favor no computables como un mejor tratamiento fiscal o una financiación más barata.
Esta comparación es útil para el diseño del modelo de producción.
En cualquier caso, debemos tener muy claro para qué no debemos utilizar el ebitda porque nos daría una información falsa:
Tampoco podemos utilizarlo para conocer la viabilidad o rentabilidad del negocio porque no nos da información real sobre los costes de producción.
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