El gasto social es una partida que forma parte del presupuesto del Estado. Está orientado a la satisfacción de las necesidades básicas que puedan surgir a los ciudadanos. Mediante el cumplimiento de dichas necesidades, conseguiremos una vida digna, prolongada, productiva, creativa y sana.
Este gasto es una herramienta de gestión que trata de igualar las oportunidades de las personas que tienen un nivel más bajo de renta o que se encuentren en situaciones de extrema pobreza, y a las que ello les impida tener acceso a servicios básicos.
Entre otras, también podemos destacar las actividades recreativas, cultura y religión o la protección sobre el medio ambiente.
Los organismos que se ocupan del gasto social en la comunidad internacional se han concienciado y han puesto más de su parte durante los últimos tiempos. Este esfuerzo ha impactado de manera directa en todos los países, en especial en los más desarrollados.
Si nos fijamos en España, en 1965 el gasto social estaba en torno al 4 % del PIB. Fue a comienzos del siglo XXI cuando el gasto social alcanzaba niveles del 24%. Esto quiere decir que su partida se multiplicó por 6 en términos del PIB.
El mayor problema en nuestro país es que el gasto social escasea y se focaliza a los grupos de población con mejores situaciones de vida, ello explica las estadísticas de desigualdad españolas frente a Europa.
Según el FMI en cuanto a la situación en España: ''el gasto en protección social debería ser revisado para la mejora de la redistribución, centrando la atención en los más desfavorecidos, debería haber una educación más efectiva y las políticas activas de empleo deberían destinarse a la igualdad de oportunidades y perspectivas de ingresos''.
Normalmente, cuando nos referimos a gastos sociales, nos estamos refiriendo a las becas, la sanidad, la educación, las pensiones o la investigación. Pero ¿por qué el dinero destinado a estos ámbitos se considera un gasto?
Bien, por un lado, puede que sea para diferenciarlo de las inversiones que se producen, ya sea en bolsa o en empresas. Se supone que cuando inviertes en algo es para obtener un resultado positivo o beneficioso, pero si se trata de un gasto, se considera una pérdida de dinero.
La educación está incluida dentro de la partida de gastos sociales, cuando realmente debería ser considerada una inversión para los ciudadanos. Ocurre lo mismo con la salud de la población. Es por eso por lo que deberían llamarse inversiones sociales.
Por otro lado, los gastos sociales reciben dicho nombre porque, en tiempos de crisis, lo primero que debe ser recortado son los gastos. El problema es que no estaríamos recortando en gastos, sino en inversiones.
Los pensionistas llevan trabajando toda su vida y no deberían ser considerados un gasto para la sociedad. Es por ello por lo que todos debemos contribuir a mantenerles.
Como hemos visto, el gasto social son las transferencias, sin contraprestación y con el fin de redistribuir la renta que realizan las administraciones públicas, cumpliendo con el mandato constitucional de efectuar un reparto equitativo de los recursos públicos.
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