En economía se usan infinidad de términos que tienen por objeto definir los bienes y otros activos económicos. Uno de esos conceptos es el término tangible, de gran importancia económica cuando se aplica a bienes, activos o patrimonios, ya que tiene ciertas implicaciones de relevancia.
Tangible es el concepto que hace referencia a todo aquello que es material y puede ser percibido con alguno de los cinco sentidos. Así, algo tangible es algo que se puede sentir con el tacto o que se puede ver con la vista, por ejemplo. No obstante, el término tangible hace especial referencia a aquellas cosas que pueden ser percibidas a través del sentido del tacto.
Son tangibles los animales, los muebles o los árboles, entre muchas otras cosas, todos ellos materiales y cuya existencia se puede comprobar con facilidad a través de los sentidos. ¿Esto quiere decir que las cosas tangibles tengan que ser corpóreas? Para nada. Existen cosas que son tangibles, pero que, al mismo tiempo, no son corporales. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con una transferencia bancaria, la cual no tiene cuerpo, no es palpable por el tacto. Sin embargo, sí se puede percibir, sí es tangible, el aumento del patrimonio de la persona beneficiaria de dicha transferencia bancaria.
Mientras que lo tangible es un concepto que hace referencia a las cosas y bienes que pueden ser observados y percibidos con los sentidos, que ocupan un espacio físico y que son de naturaleza corpórea; el término intangible hace referencia a todo lo que no puede percibirse a través de los sentidos. Así, los bienes y cosas intangibles son los derechos, los sentimientos, las emociones o las normas que forman parte de un ordenamiento jurídico.
Veamos las diferencias entre lo tangible y lo intangible:
Aplicaciones del concepto tangible: ¿qué bienes son tangibles?
El término tangible tiene varios usos en economía. Los usos más importantes de la tangibilidad son los siguientes:
Son bienes tangibles aquellos que son corpóreos, es decir, aquellos que tienen forma física y que ocupan un espacio físico. Así pues, los bienes tangibles pueden ser observados, tocados o clasificados. No obstante, es necesario distinguir entre bienes muebles o bienes inmuebles.
Mientras los bienes muebles (cosas materiales como una joya o un sillón) pueden ser movidos, los bienes inmuebles (un piso o una finca) no pueden ser trasladados sin detrimento de su sustancia. Por otro lado, hay bienes tangibles que pueden ser cuantificables, es decir, que pueden ser contados, como ocurre con el dinero, o no cuantificables, como ocurre con el agua.
Los activos son especialmente importantes en contabilidad. En los activos tangibles se encuentran incluidas las propiedades, el equipo y la planta. Los activos en contabilidad son especialmente relevantes, sobre todo aquellos que tengan una vida útil de más de un año (un coche o un ordenador, por ejemplo), pues su valor deberá ser amortizado con el fin de repartir el precio de los mismos en todos los años de su vida útil.
Por ejemplo, si compramos un coche por valor de 10.000 euros para llevar a cabo nuestra actividad profesional como comercial y este coche tiene una vida útil de 10 años, será necesario amortizar ese precio entre los años de vida útil del vehículo. Así, el precio se amortizará a razón de 1000 euros por cada año.
Cuando se utiliza el término tangible para hacer referencia al patrimonio, se está aludiendo al patrimonio cultural, es decir, a los monumentos, obras de arte como pinturas o esculturas o estructuras arquitectónicas que forman parte de la historia y cultura de una nación.
Un buen ejemplo de ello es la Puerta de Alcalá de Madrid, por ejemplo. No obstante, también existe un patrimonio intangible, incorpóreo, que hace referencia al folclore, los conocimientos y la cultura de una nación. Ejemplo de este tipo de patrimonio es la gastronomía española, fiestas como los Carnavales o el idioma de nuestro país.
Es de verdadera importancia en economía y contabilidad saber diferenciar qué bienes son tangibles y qué bienes son intangibles, sobre todo teniendo en cuenta la dificultad que conlleva valorar económicamente a los segundos.
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