Una bolsa de valores es un mercado secundario que toma la forma de una institución en la que se intercambian ciertos activos como acciones, fondos y materias primas. Alrededor de estas instituciones se organiza el capital financiero y la inversión bursátil.
Este tipo de instituciones mercantiles nacen en la ciudad de Bruselas, Bélgica, en donde una familia de banqueros organiza reuniones informales en las que se intercambian activos y se realizan transacciones comerciales. Sin embargo, a mediados del siglo XV surge la primera bolsa de valores en su formato moderno, como institución organizada.
La bolsa de valores siempre ha tenido la misma función; disponer de un espacio físico regulado, seguro y confiable en el cual realizar operaciones de inversión y transacciones comerciales de manera regular.
Como tal, las personas autorizadas a operar dentro de este mercado, los corredores de bolsa, no son las que efectivamente comercian en él: se trata de operarios calificados que realizan las operaciones en nombre de los inversores a los que representan, sean personas, empresas u organizaciones a cambio de una remuneración que toma la forma, por lo general, de una comisión sobre el valor total de la operación.
Las bolsas de valores tienen varias funciones que fueron evolucionando junto con los activos, las herramientas tecnológicas y las necesidades de los mercados.
Las más importantes son:
Los activos o valores que suelen negociarse en las bolsas tienen el objetivo de financiar las operaciones de terceros —mediante la venta de acciones de empresas, por ejemplo— o aumentar el patrimonio de ahorradores que buscan mejorar el rendimiento de su capital. Dichos activos pueden clasificarse como de renta variable o de renta fija. En el primer caso hablamos de activos cuya adquisición no representa el ingreso regular de un beneficio económico. En el segundo, en cambio, sí representa un ingreso regular —por lo general se habla de renta fija cuando se habla de deuda—.
En su capacidad de organización privada, se pueden precisar otras consideraciones acerca de las bolsas de valores y su comportamiento como institución en un ecosistema económico. En primer lugar, es preciso destacar que estas ofrecen el mismo servicio de intercambio que sus clientes buscan mediante la certificación de corredores de bolsa que hacen de intermediarios entre la oferta y la demanda.
En segundo lugar, tanto las operaciones que los corredores de bolsa ejecutan como los activos sobre los cuales dichas operaciones se ejecutan son muy variados; las acciones, los bonos públicos y privados, los certificados de tesoro y los títulos de participación —todos ellos parten de un amplio catálogo de otros instrumentos de inversión y ahorro— pueden ser comprados, vendidos o utilizados de otras maneras. El valor de estos activos y su cotización dependen del comportamiento del mercado y no de la administración de la bolsa misma.
Por último, la mayoría de las bolsas de valores del mundo responden a un marco regulatorio mayor que condiciona su actividad en función de los requerimientos de seguridad, confianza y transparencia de los inversores, los corredores y los administradores de la bolsa.
Como mencionamos anteriormente, la bolsa son instituciones organizadas alrededor de un tipo de transacción de índole financiera que adoptan una forma jurídica con personería distinta de las personas que concurren a ella.
En este sentido, se pueden hacer las siguientes apreciaciones:
La bolsa de valores es un mercado particular en el que se realizan operaciones de todo tipo sobre una muy variada gama de activos de inversión y ahorro. Son instituciones en muchos casos históricas que se encargan de gestionar las transacciones y disponer de un sistema transparente del que ellas no participan más que como administradoras.
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