Deflación
El diccionario de la Real Academia Española define deflación como descenso del nivel general de precios.
Lo primero que tenemos que decir es que la evolución de los precios es un indicador macroeconómico, es decir, que afecta a la evolución de la economía del país en su conjunto y no, de manera directa, a personas, familias empresas.
Siguiendo la definición de la RAE, para que exista deflación el descenso de precios debe ser general, no hay deflación si bajan determinados precios y otros no y, en su conjunto, no bajan.
Por ejemplo, si baja el precio de los coches y también el precio de la gasolina por la razón que sea, pero esta bajada no afecta a otros bienes de producción y consumo y, hallando la media, los precios suben, no hay deflación.
El criterio económico, fijado por el Fondo Monetario Internacional, es que para hablar de deflación la bajada de precios debe ser mantenida en el tiempo, sólo podemos considerar que existe si se mantiene la bajada generalizada de precios, al menos, durante dos semestres.
El Índice de Precios al Consumo (IPC)
El IPC se elabora valorando la evolución de los precios de determinados bienes preseleccionados (con criterios de utilizar los bienes más representativos para dar la información sobre precios en general; la llamada cesta), para ello se hace una encuesta entre consumidores sobre lo que compran y a qué precios comparando estos datos respecto de la encuesta anterior lo que nos dará un porcentaje sobre la evolución de los precios.
En España esta labor la desarrolla el Instituto Nacional de Estadística (organismo público autónomo dependiente del Ministerio de Economía) que realiza esta encuesta de manera mensual y publica los resultados obtenidos tanto en cifras generales como por sectores productivos.
Causas y efectos de la deflación
Hemos reunido en un mismo capítulo las causas y los efectos de la deflación porque, como se verá, la deflación produce un circulo vicioso en el que las los efectos acaban siendo, también, sus causas.
A este respecto, lo primero que hay que señalar es que la existencia de deflación es una noticia espantosa para la economía del país o territorio que la sufre ya que produce pobreza y paro.
Solo hay dos motivos para que aparezca esta bajada general de precios: un exceso en la oferta o una escasez en la demanda. Las dos causas crean la misma situación, la existencia de productos a la venta en el mercado en cantidad muy superior a lo que los consumidores van a poder o querer comprar.
El exceso en la oferta se produce cuando se fabrican y ponen a la venta productos en cantidad superior a la demanda de los consumidores; esto puede ocurrir por diversas causas:
- En productos agrícolas, por ejemplo, una muy buena cosecha pone en el mercado una gran cantidad de este tipo de productos; supongamos que un año concreto ha habido una producción enorme de tomates, eso va a significar que se pondrá en el mercado una cantidad mucho más grande de tomates de la habitual en otros años que, normalmente, va a estar por encima de lo que los consumidores necesitan, quieren o pueden comprar por lo que muchos tomates se quedarán sin vender y acabarán estropeándose. Para solucionar esto lo que se hace es bajar el precio de los tomates para facilitar su venta, pero esta bajada de precios, llegados a ciertos niveles, puede afectar a la explotación agrícola que los cultiva llegando, incluso, a dejar de ser rentable el cultivo de tomates.
- En otro tipo de productos, industriales, comerciales o de servicios, las empresas pueden caer en un exceso de producción por muchos motivos, por un exceso de competencia entre empresas, por un cambio de ciclo económico no previsto o por otras causas. Las consecuencias son las mismas, el exceso de oferta de esos productos en un mercado que no puede asumirlos provoca que no se van a vender y, para solucionarlos, las empresas van a tener que bajar sus precios de venta, lo que va a afectar a sus resultados económicos y a la rentabilidad de su actividad.
La caída de la demanda o insuficiencia generalizada de la demanda se produce cuando los consumidores no quieren o no pueden comprar los productos en la cantidad que el mercado los oferta.
La consecuencia es que el mercado va a bajar los precios de esos productos para intentar venderlos más fácilmente lo que, llegado a ciertos extremos, puede afectar a la capacidad productiva de las empresas.
Como vemos, tanto el exceso en la oferta como la insuficiencia de la demanda producen una bajada de precios de los productos (es decir, deflación) como intento de solucionar el problema de que los productos no se venden pero, lejos de solucionarlo, el problema se va agravando con el tiempo.
Si los precios bajan las empresas reciben menos dinero por sus productos y servicios lo que hace que sean menos rentables. Esta baja de la rentabilidad va a provocar que algunas desaparezcan, dejando en el paro a sus trabajadores, y que otras deban reducir costes entre los que están los costes laborales: van a despedir trabajadores, creando también paro, y a reducir, dentro de sus posibilidades legales, la retribución de los trabajadores que sigan en la empresa.
De esta manera los trabajadores van a tener ingresos menores o a no tener ingresos (si están en el paro) con lo que su capacidad de compra en el mercado será menor y la demanda seguirá bajando, con lo que la bajada de precios se agudizará y así sucesivamente, lo que hemos dicho, un círculo vicioso.
También puede ocurrir que las empresas bajen el precio de los productos para competir en los mercados exteriores, en la exportación, para lo que tendrán que abaratar sus costes de producción de la misma manera que hemos descrito en el párrafo anterior. Esto supone que los trabajadores de esas empresas obtengan ingresos menores y tengan, por tanto, menor poder adquisitivo. Con ello las empresas podrán vender fuera en buenas condiciones, pero dentro de su país van a vender mucho menos.
Medidas para combatir la deflación
Siendo, como hemos visto, un grave problema la deflación y hablando de un indicador macroeconómico, la solución a esta situación debe venir de los gobiernos de los estados afectados, así como de las instituciones económicas supranacionales e internacionales.
Sin embargo, las medidas a adoptar no son fáciles ni todo el mundo está de acuerdo en su implementación y eficacia. Todas ellas van encaminadas a lo mismo, poner dinero en el bolsillo de los consumidores para que puedan comprar.
La primera medida es la bajada de impuestos ya que, al pagar menos al Estado, el consumidor tiene más dinero y puede consumir más.
El problema de la bajada fiscal es que su diseño debe ser perfecto para no producir efectos aún peores de los que quiere solucionar; si no se hace bien puede producir una bajada en los ingresos del Estado lo que acabará afectando a otro tipo de políticas y/o produciendo un exceso de endeudamiento público que puede ser aún peor.
Otra medida posible es el aumento del gasto público (lo que se ha venido llamando una política keynesiana). Si las entidades públicas realizan gastos como obras públicas, van a dar trabajo a trabajadores en paro que tendrán, de esta manera, ingresos y podrán consumir (lo que Keynes llamó efecto multiplicador de la demanda agregada).
No todo el mundo está de acuerdo con esto. Ya se utilizó en tiempos de Roosevelt durante la crisis de 1929, durante muchos años, y no pasó de ser un “paño caliente” que no solucionó el problema.
También se puede combatir mediante políticas monetarias; si se consigue aumentar la oferta de dinero en el mercado y/o disminuir su precio (los tipos de interés) se incentivan las inversiones y el consumo. Para esto los bancos centrales pueden, en muchas ocasiones, poner en el mercado cantidades exorbitantes de dinero.
Un último recurso que tienen los estados sería la devaluación de la moneda que no deja de ser una especie de impuesto indirecto ya que todos los que tengan dinero en esa moneda van a tener, en realidad, menos dinero.
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