El Estado de Bienestar está definido por el Diccionario de la RAE como “organización del Estado en la que este tiende a procurar una mejor redistribución de la renta y mayores prestaciones sociales para los más desfavorecidos”.
Podemos decir que es el sistema económico y político que, actualmente, se aplica en los países de Europa Occidental como resultado de la evolución histórica del sistema capitalista que surgió hace dos siglos y medio.
Como acabamos de decir, el capitalismo surge a mediados del Siglo XVIII con las nuevas ideas ilustradas y las revoluciones políticas e industrial que hacen surgir un mundo totalmente nuevo respecto del sistema económico mercantilista que había existido hasta entonces en el marco político del Antiguo Régimen.
A partir de los economistas llamados clásicos, comenzando por Adam Smith y David Ricardo, se aplica el principio de que el egoísmo individual es un buen motor para conseguir el bienestar de todos.
Desde el principio este capitalismo se enfrenta al Estado: la Ley Le Chapelier, aprobada por la Asamblea Nacional Francesa en 1791, elimina las corporaciones (los gremios), prohíbe los sindicatos y protege la libertad comercial e industrial, dejando al Estado únicamente la función de policía.
Durante más de un siglo los países occidentales se van industrializando, compiten entre ellos en la producción de carbón y acero,; el sistema capitalista puro produce una emigración del campo a la ciudad y unas condiciones de vida de los obreros verdaderamente inhumanas, con jornadas de trabajo interminables, trabajo infantil, salarios muy escasos y disponiendo, apenas, de lo justo para sobrevivir.
Consecuencia de todo ello es la aparición de los movimientos obreros, del socialismo y del marxismo como reacción a un sistema social que producía verdaderas injusticias.
Sin embargo es en el primer tercio del Siglo XX cuando la explosión de una burbuja financiera, la gran crisis de 1929, produce una gran reacción y cambio a ese sistema capitalista puro: en la práctica esta matización se produce a partir de los postulados de John Maynard Keynes según las cuales el Estado puede ir más allá de una mera labor de policía, puede intervenir realizando gasto público para impulsar la economía capitalista.
Esto unido a los nuevos sistemas de producción (Taylos y Ford, por ejemplo) hacen aparecer el consumo de masas en el que el proletariado industrial va a participar como consumidor en ese mercado capitalista de una manera mucho más activa.
A partir del final de la Segunda Guerra Mundial se va implementando un Estado que va aún más allá, asegurando a los individuos sus necesidades básicas aún dentro de un sistema que sigue siendo capitalista.
Sin embargo esta protección integral de lo esencial que se persigue desde la segunda mitad del Siglo XX ha conseguido cosas muy importantes pero no es algo perfecto ni que funcione totalmente bien.
La cobertura social del Estado debe ser pagada con dinero y las demandas en todos los sentidos afectados (educación, sanidad, cobertura de desempleo, etc.) producen gastos cada vez mayores, los recursos financieros con que cuentan los Estados son los que son, los que proceden de los impuestos, y no siempre se alcanza para atender toda esa cobertura social sin incurrir en déficit público.
Por otro lado las experiencias de los países socialistas a lo largo del siglo XX han demostrado que el Estado es un mal empresario, el ánimo de lucro de las empresas particulares si es un buen motor para la creación de riqueza y el Estado debe cumplir estas funciones de cobertura pero entre ellas no está la de crear riqueza (como mucho realizar determinados impulsos de la economía en los términos previstos por Keynes).
Consecuencia de todo esto es, actualmente, un replanteamiento de este Estado Providencia que debe cubrir esas necesidades básicas en un entorno democrático, lo que produce actualmente una crisis filosófica que deberemos resolver.
Surge, como hemos visto, el Estado del Bienestar en el periodo de posguerra como un aliado de las democracias liberales frente a los peligros del fascismo y del comunismo.
En él las democracias reconocen los derechos de las personas a la justicia social, a la protección frente a las necesidades básicas. El origen de esta idea está tanto en los postulados del socialismo clásico como en los de la Democracias Cristiana.
El Estado implementa una regulación legal y un sistema burocrático mediante los que aporta prestaciones básicas a la población en campos muy sensibles como la educación universal, la sanidad, los sistemas de jubilación y las coberturas en caso de desempleo o enfermedad.
Como efecto indirecto este sistema de protección social produce la salida de estas necesidades básicas fuera de la lucha de clases y del conflicto industrial.
Todo ello se basa en la aparición de determinados principios y valores:
Las prestaciones que el Estado del Bienestar realiza a sus ciudadanos en este marco serán de tres tipos:
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