Se conoce como feudalismo al sistema político que predominó durante los siglos centrales de la Edad Media (es decir, entre los siglos V y XII) en la Europa Occidental y Oriental. Se caracterizó por la descentralización del poder político, pasando la difusión del poder desde los reyes o emperadores a la base, formada por la nobleza y la aristocracia, que era donde se llevaba a cabo la ejecución del poder local.
Según la definición institucionalista, el feudalismo era el conjunto de instituciones que se creaba tras la relación establecida entre un hombre libre (vasallo) al que se le concede un bien (el feudo) por parte de otro hombre (llamado señor) ante el que se encomendaba en una ceremonia oficial (el homenaje) que formalizaba la aceptación del contrato de obligaciones recíprocas. A través de dichas relaciones, el vasallo trabajaba la tierra del señor, el cual extraía el excedente productivo del hombre que trabajaba la tierra. Se producía una especie de pago (normalmente en especie) por parte del vasallo al señor como adquisición del derecho a trabajar la mencionada tierra, pues la inexistencia de monedas forzaba el uso del trueque como medio de pago.
Alrededor del año 1000 se producen diversas invasiones en Europa, además de la caída del imperio romano de Occidente, por lo que en general la actividad económica se frenó. Fue ahí cuando se popularizaron técnicas agrícolas innovadoras en la época, como el uso de los molinos de agua y las acequias para regar las cosechas, dejando libre así la mano de obra humana. Se aumentó la cría de caballo y buey tras las mejoras en el enganche de los mismos, por lo que fue posible disponer de más animales de tiro que antaño. Además, se consiguieron nuevas herramientas hechas en hierro, como la azada o el arado, que sustituyen a las anteriores que eran menos resistentes pues estaban hechas con madera.
La economía era de subsistencia, se cultivaba la cosecha suficiente por parte de los siervos como para mantenerse a sí mismos y sus familias, además de pagar el diezmo a la iglesia (cantidad abonada con la creencia de ir al cielo tras la muerte) y la renta al señor feudal. Los mercados urbanos, que ya existían, se abastecían con lo que provenía del diezmo y la renta.
Los cultivos agrarios se organizaban en anillos, siendo el más céntrico el dedicado al pasto comunal y haciendo de barrera al segundo anillo, el de los cereales (sustento más importante de la época). El primer anillo y el más alejado del centro, aunque más cercano a la población, era para las frutas y hortalizas. Se aplicaba el barbecho, lo cual consiste en dejar sin cultivar una parte de las tierras cada año con el fin de propiciar su regeneración. Sin embargo, en zonas más templadas como el Mediterráneo, este ejercicio se repetía bienalmente, dejando un año entero la tierra sin trabajar.
Gracias al aumento de los excedentes de producción, a partir del siglo XII se incrementa el comercio más allá de las fronteras del señorío, por lo que se genera una incipiente clase burguesa, además de los mercaderes, que comercian en nombre de los nobles llevándose una parte como pago.
Esto nos lleva a hablar de los principales estamentos sociales de la época y que pueden dividirse en tres órdenes: la nobleza, el clero y el campesinado.
La falta de alimentos y el agotamiento de las tierras llevó al feudalismo a una grave crisis, unida a las epidemias y pestes que se vivieron (peste negra). Las ciudades cobraron mayor importancia, el comercio generó riqueza y se fue diluyendo el modelo al permitirse el desarrollo económico. Las Cruzadas fueron clave en el final político del sistema, aunque se dice que fue la adquisición de libertades por parte de las ciudades lo verdaderamente clave en su fin.
El feudalismo es el sistema económico, político y social de la Edad Media caracterizado por la división de la sociedad en tres grandes estamentos (nobleza, clero y campesinado), siendo este último el más abundante, trabajando la tierras de los nobles y pagando una parte de las cosechas a cambio de seguridad y de subsistencia.
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