El fordismo es un sistema de producción implantado a principios del siglo XX por el empresario estadounidense Henry Ford, gracias al éxito que tuvo en la fabricación del primer modelo automovilístico de Ford. Pese a que empezó a utilizarse en el año 1908, no fue hasta los años 30 cuando se expandió internacionalmente y se consolidó como el principal modelo de producción industrial.
El sistema fordista sigue unas bases imprescindibles para su puesta en marcha. Estas características permiten el funcionamiento del modelo, y gracias a ellas tuvo tanto éxito en una época complicada como fue la posterior a la Segunda Guerra Mundial:
El fordismo nació a principios del siglo XX, presentando similitudes bastantes notables con el taylorismo, ya que ambos modelos daban relevancia al control de los tiempos de trabajo y a la estandarización de los procesos. Sin embargo, podemos decir que el fordismo dio un paso más allá, ya que buscó maximizar las cantidades producidas (producción en masa), entendiendo que, al hacerlo, la sociedad buscaría un consumo en masa, aumentando las ventas.
El modelo del keynesianismo permitió que el fordismo adquiriese cierta madurez a lo largo del tiempo, dotando de protagonismo a las clases subordinadas. El término fordismo, a su vez, fue acuñado por Antonio Gramsci, filósofo y político italiano que lo utilizó en el título de un ensayo (americanismo y fordismo). En relación con la cadena de montaje, no fue el propio Ford quien la inventó, sino que este la desarrolló siguiendo la idea de Ransom Olds, ingeniero que la empezó a poner en marcha a principios del siglo XX.
Este sistema de producción tiene notables ventajas, sobre todo en términos de productividad, pero también posee algunos inconvenientes que, años más tarde, derivaron en una crisis.
Desde el año 1908 y hasta los 70, el fordismo fue creciendo hasta llegar a ser el sistema de producción industrial por excelencia, gracias a sus avanzadas metodologías y grandes resultados en la práctica. Tras terminar la Segunda Guerra Mundial, el fordismo vivió su momento de mayor auge, donde la gran mayoría de industrias internacionales utilizaron su metodología para producir en masa.
Sin embargo, llegados los años 70, la cadena de montaje y la extrema mecanización de las tareas empezaron a llegar a un punto límite, ya que las cantidades producidas aumentaron notablemente y empezaban a presentarse problemas a la hora de trasladar la metodología a ciertos países del mundo. Además, los trabajadores perdían fácilmente la motivación por culpa de la monotonía continua de sus tareas, viendo también su intensidad de trabajo aumentada por culpa de los altos niveles de producción. Como consecuencia de todo lo anterior, el fordismo perdió su época dorada, derivando en otros modelos de producción como el posfordismo o el toyotismo.
Pese al escaso protagonismo que tiene actualmente el fordismo, es cierto que este sistema dominó la industria durante un buen periodo del siglo XX, revolucionando la manera de producir y consiguiendo grandes resultados a nivel internacional.
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