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Mercantilismo

por Software DELSOL

El Diccionario de la RAE define mercantilismo como “sistema económico que atiende en primer término al desarrollo del comercio, principalmente al de exportación, y considera la posesión de metales preciosos como signo característico de riqueza”.

En su origen etimológico (del latín) podemos decir que el mercantilismo es un sistema de comercio.

Aunque el concepto de mercantilismo que hoy utilizamos tiene su origen en el Siglo XIX, tras la Revolución Industrial y la expansión de la economía productiva capitalista, el concepto original proviene de la Edad Moderna.

El mercantilismo en la Edad Moderna

Aunque el uso del término mercantilismo se difundió y popularizó a partir de 1776 con el libro de Adam Smith la riqueza de las naciones, ni la palabra en sí ni el concepto que encierra proceden de dicho autor sino que de ello participaron todos los economistas de los siglos XVI, XVII y la primera mitad del XVIII.

Muchos de los instrumentos y elementos del mundo mercantil moderno proceden de la Baja Edad Media, como los bancos, las letras de cambio, las cartas de crédito y muchos de los contratos mercantiles.

A partir del Siglo XVI los recién creados estados nacionales se ocupaban de tres aspectos económicos fundamentales:

  1. La relación entre el poder político y la actividad económica.
  2. La intervención del Estado en la actividad económica.
  3. El control de la moneda

El Estado Moderno gestiona su economía buscando la unidad de mercado interno y fomentando la producción nacional: se piensa que es mejor que la población consuma sus propios bienes y servicios y los exporte fuera del territorio por lo que se protege la producción nacional y se ponen trabas a las importaciones; para ello se subsidian empresas privadas nacionales, se crean monopolios y se imponen aranceles a las importaciones.

Se busca ampliar la oferta monetaria dentro del territorio, para ello se prohíbe exportar metales preciosos (sobre todo oro y plata).

Los autores sobre temas económicos de la época, a partir del año 1500, participan de un modo u otro de estas ideas y políticas, pero no podemos hablar de una escuela ni de un sistema unificado. Es el sistema político del Estado Moderno el que impone esta realidad para la consecución de sus fines políticos, pero no podemos decir que existiera una teoría económica detrás de ello.

Como lo describió Adam Smith, la idea fundamental de la época es que la riqueza de un país se consigue acumulando oro y plata, cuanto más oro y plata se tuviera más rico se era.

En este sentido Castilla tenía, tanto en su territorio como en sus posesiones de ultramar, las mayores fuentes de metales preciosos de Europa y prohibía su exportación.

Ya en la propia época moderna, aunque ellos no supieron verlo, se demostró lo equivocado de estas políticas, la acumulación de oro y plata sin una estructura productiva lo más avanzada posible lo que producía era inflación: en la Sevilla de los Siglos XVI y XVII donde llegaba el oro y la plata del nuevo mundo, los precios de todo alcanzaban cantidades astronómicas sin aportar nada bueno a la economía.

Para el resto de los países europeos, que no disponían de las reservas de oro de Castilla, la única solución era el comercio y conseguir que la balanza de dicho comercio con el exterior fuera excedentaria, es decir, que se exportara más de lo que se importaba.

En épocas más avanzadas, ya en el Siglo XVIII, se realizó un análisis más elaborado, se seguía pensando en el oro y plata como únicos representantes de la riqueza, pero se buscó, además del fomento de la producción nacional, en el intercambio de mercancías, sobre todo la compra de mercancías asiáticas para revenderlas en otros países de Europa.

También se fomenta, en esta última época, la industria nacional: en un principio se fomentaba la exportación de materias primas pero en esta versión más avanzada de la teoría mercantilista se piensa que el extranjero que importa materias primas de nuestro país y las transforma y vende como productos terminados obtiene un beneficio económico que debería obtener el propio país, por lo que se busca el desarrollo de industria dentro del propio Estado. Como la creación de industria, que ahora se ve como algo necesario, necesita la aportación de capitales se suavizan las enormes restricciones que habían existido contra la usura, es decir, se supera la idea medieval de que el cobro de intereses por prestar dinero es algo inmoral (en ello también influyó, sin duda, la reforma protestante, sobre todo en su versión calvinista).

En el Siglo XVI, con el Emperador Carlos V, aparece la figura del crédito como un factor novedoso e importante en la economía europea (y que hará posible, siglos después, la aparición del capitalismo); el tráfico de dinero está en manos de personas determinadas que realizan determinadas actividades económica, sobre todo en el ámbito de la industria textil: aparece la figura del mercader-empresario (los grandes banqueros del renacimiento, los Medici, eran en origen comerciantes y fabricantes textiles).

Importancia especial tiene, como ya ocurría en la época medieval, la industria del tejido, la lana y la seda. Los grandes productores de lana en Europa eran Castilla e Inglaterra e intentaban, en esta última época, fomentar la transformación en sus propios territorios; pero la gran industria textil europea siguió estando en Flandes.

El sistema mercantilista moderno entró en crisis a finales del Siglo XVIII con las revoluciones burguesas y la Primera Revolución Industrial, apareciendo nuevos sistemas y teorías como el liberalismo económico decimonónico y la economía clásica.

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