Una ventaja competitiva es una característica, un atributo, algo que da a la empresa una situación mejor que la de su competencia.
Puede ser el tener acceso a materias primas mejores o más baratas, tener un sistema de gestión o recepción de pedidos más eficaz, aprovechar mejor que los otros las posibilidades de marketing, etc.
En cualquier caso esa ventaja viene siempre de un aspecto concreto en la producción y gestión del negocio, no se puede ver mirando el negocio en su conjunto sino que es necesario mirar en sus diferentes secciones o partes.
Por ello para poder conocer si existe y por qué una ventaja competitiva tenemos de conocer la cadena de valor de la empresa.
A través de ella vemos la actividad de la empresa según sus diferentes componentes que consideramos como los eslabones de una cadena.
Cada eslabón es una actividad o función: compras, almacén, producción, distribución, venta, gerencia, etc.
El buen funcionamiento de cada eslabón acaba aportando valor a los clientes de nuestros productos o servicios que van a pagar por ellos: el objetivo de la empresa no es reducir costes sino crear valor para sus clientes y, por ello, puede ocurrir que pueda decidir aumentar sus costes en cualquier eslabón de la cadena para aumentar, por ejemplo, la calidad del producto o su alcance geográfico.
Como en este artículo estamos hablando de ventaja competitiva debemos comparar la cadena de valor de nuestro negocio con las que tiene la competencia: dos organizaciones que producen los mismo o prestan los mismos servicios (o sustitutivos unos de otros) van a tener cadenas de valor más o menos parecidas, pero no iguales.
Es en la comparación, eslabón por eslabón, de las cadenas de valor donde vamos a encontrar si tenemos o no esa ventaja.
Los diferentes eslabones, aunque sean independientes entre sí como actividades, no son actividades aisladas: los unos influyen en el funcionamiento de los otros y, por ello, debemos tener en cuenta, también, los nexos de la cadena de valor, cómo se produce esta influencia porque si está bien programada y coordinada también puede ser fuente de una ventaja competitiva.
En toda empresa industrial encontramos cinco actividades primarias que son donde puede producirse la ventaja competitiva:
Son eslabones de la cadena que no están directamente vinculados a la producción y venta pero que son necesarios para ellos y que también pueden aportar ventajas, por ejemplo:
Puede crear ventajas competitivas no sólo en la buena gestión, previsión y organización del negocio, sino también en otros muchos aspectos como la relación con clientes, proveedores, autoridades administrativas o con otras empresas de la competencia, por ejemplo.
A partir de todo lo dicho hasta aquí, seguramente, nuestra empresa ya tiene algunos aspectos que pueden suponer una ventaja competitiva y sería bueno poder descubrirlos, analizarlos y mantenerlos o, incluso, potenciarlos.
Pero también podemos buscar cómo crear este tipo de ventajas.
Una misma cosa se puede hacer de varias maneras: por ejemplo, el control de calidad se puede hacer desde la compra de materia prima (comprando de gran calidad) o inspeccionando la producción o mediante un control de calidad a posteriori; habrá que analizar y buscar la más adecuada.
Las actividades indirectas inciden en los costos y funcionamiento de las directas: una buena gestión logística mejorará la producción, por ejemplo, si la formación y adecuación de los trabajadores es la necesaria o si la organización física de la producción es mejor para ella.
Se puede realizar una actividad interna de la organización que evite otras posteriores cara al público, por ejemplo en el control de calidad de los productos terminados.
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