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Multiplicador monetario

por Software DELSOL

Todas las entidades bancarias tienen la obligación legal de retener de cada depósito que los clientes efectúan en ellas, un porcentaje que se denomina “coeficiente de caja”. Esta reserva de dinero, es indisponible para los bancos, es decir, no la pueden utilizar para actuar en el mercado monetario, en cambio el resto del dinero depositado es el que el banco destina para su actividad principal que no es otra que la de prestar dinero. ¿Qué porcentaje mínimo es el que deben destinar las entidades bancarias al coeficiente de caja? Es una cuestión que decide cada Banco Central del país o región en que nos encontremos, por ejemplo en los EEUU, la Reserva Federal la establece entre el 0% y el 10%, en cambio en la Zona Euro, el Banco Central Europeo la establece en el 1%. Es, pues, fácilmente entendible que cuanto mayor sea el porcentaje que se obligue a los bancos para destinar a reservas, menos margen de maniobra tendrán para poder prestar dinero y poder generar dinero; y a la inversa, cuanto más dinero puedan destinar a préstamos y menos a reservas, más posibilidades tendrán de generar dinero.

El multiplicador monetario es un proceso muy simple por el cual los Bancos “crean” dinero a través de un depósito inicial. Para entenderlo lo mejor es verlo con el siguiente ejemplo:

Supongamos que un señor al que llamaremos "A", perteneciente a un país de la Zona Euro, deposita 1000€ en determinada entidad bancaria. A partir de ese momento la entidad bancaria que ha recibido los 1.000€ destina a reservas el 1%, es decir, 10€ de los que no va a poder disponer, en cambio sí puede destinar el 99% restante, esto es, 990€, al tráfico bancario (préstamos, inversiones, etc.). A este mismo banco, acude otro cliente llamado “B”, para solicitar un préstamo por la cantidad de 990€ para, por ejemplo, la adquisición de un sofá. En este caso, el banco puede prestar a "B" esos 990€ que "A" depositó en su día. A continuación "B" con los 990,00€ que le ha prestado el banco, adquiere en la tienda de “C” el sofá y paga por él el precio de 990€. Si ahora "C" ingresa los 990€ que ha recibido de “B” por la venta del sofá en la misma entidad bancaria en la que “B” solicitó el préstamo, resulta que aunque esos 990,00€ en realidad provienen del depósito inicial de “A”, se ha generado un nuevo depósito para ese Banco, (o para cualquier otro en el caso de que “C” fuera cliente de otra entidad bancaria, siempre, claro está que fuera un banco perteneciente a la Zona Euro). Esto significa que el Banco deberá volver a destinar el 1% de esos 990,00€ (9,9€) depositados a reserva o coeficiente de caja y podrá disponer del resto (980,01€) a la intermediación en el tráfico bancario (nuevos préstamos, inversiones, etc.). El proceso se repetirá con el cliente “D” quien también pedirá un préstamo, esta vez por 980,01€ para adquirir, por ejemplo, una mesa en el establecimiento de “C” el cual volverá a depositar en el banco los 980,01€, generándose un nuevo depósito bancario, destinando este el 1% a reserva (9,8€) y disponer del resto (970,30€) para su actividad bancaria de préstamo a otros clientes.

Podemos ver que mientras que la cantidad destinada al préstamo es cada vez menor, la cantidad que queda en las arcas de la entidad bancaria en concepto de reservas, crece cada vez que los clientes realizan un nuevo depósito del dinero prestado.

Se podría llegar a pensar que ese dinero que el banco va generando con cada operación de préstamo es ficticio, pero si nos fijamos, siguiendo con el ejemplo, todos los clientes que intervienen en las distintas operaciones que hemos visto, pueden afirmar que tienen su dinero en el banco, unos porque lo han depositado de su propio bolsillo (casos de “A” y “C”), otros porque el banco se lo ha prestado (casos de “B” y “D”), por lo tanto, ese dinero que se ha ido creando a base de prestarlo una y otra vez vale lo mismo que el principal originario que depositó “A”.

Este proceso no es fácil que se detenga puesto que los clientes confían en que su dinero está en su cuenta bancaria. Esta es la base del multiplicador monetario: la confianza de los clientes en esos bancos.

Vemos pues, que el proceso del multiplicador monetario permite que el dinero fluya, y si el dinero fluye, la economía de un país avanza y crece. Lógicamente este proceso debe estar de alguna forma supervisado por el Banco Central del que se trate, puesto que si el dinero fluye muy rápido y sin control, la economía entra en una fase de “recalentamiento” y es lo que hace que surjan las famosas “burbujas” y a la larga, la entrada en fase de recesión económica.

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