El mercado es un espacio físico o virtual en el que se produce un intercambio de algún tipo; puede tratarse de un intercambio de bienes y servicios, que a su vez puede realizarse mediante un pago o transacción monetaria, aunque también sin ella —mercado de trueque—. Dicho intercambio se produce entre un vendedor u oferente y un comprador o demandante.
Históricamente el concepto de mercado tuvo varios significados sucesivos. En su acepción más común, el concepto refiere al lugar físico en el que se produce un intercambio de bienes y servicios, entre dos o más partes, las cuales adoptan la figura de vendedor y comprador independientemente de sus características particulares.
Si bien está definición es válida, está incompleta en lo que respecta a la teoría económica. Un mercado puede ser potencial, por ejemplo, al reconocerse uno de sus factores constitutivos principales; la demanda. Esta representa la necesidad —necesariamente colectiva— de un producto o servicio por parte de un grupo determinado de individuos, empresas o instituciones cuyos rasgos comunes los aúnan como un tipo de oferente colectivo. Del mismo modo, aparece la idea de oferta; el esfuerzo colectivo, aunque no necesariamente coordinado, de un grupo de oferentes que pueden ser también individuos, empresas o instituciones de similares características, que se ocupan de responder a dicha demanda.
Es importante hablar también de la competencia. Se trata del comportamiento de los distintos oferentes que intervienen en un mercado con el propósito de satisfacer una demanda y ganar mayor participación en dicho mercado.
El concepto de mercado se distingue ya de aquel mercado físico que da origen al concepto, y pasa a ser un espacio más bien virtual e hipotético donde intervienen una multitud de agentes y figuras de índole económica, política y social que responden a él de manera más o menos organizada. Un mercado, por lo tanto, puede incluir a otro(s); el mercado inmobiliario comprende, por ejemplo, al mercado de alquileres domiciliarios, comerciales o productivos.
Se puede realizar una categorización de los tipos de mercado que existen, tomando como base el tipo de variable utilizado para realizar dicha clasificación.
Si nos guiamos por el tipo comprador, podemos distinguir:
En cambio, si nos enfocamos en el tipo de producto o servicio:
Por otro lado, podemos realizar una clasificación por el tipo de competencia y el comportamiento de los vendedores:
Otra clasificación posible es la que toma como factor predominante la intensidad de la oferta o de la demanda:
Por último, podemos hacer lo mismo focalizando nuestro interés en el tipo de demanda:
Como puede apreciarse, según el tipo de producto o servicio, de la competencia o de las características de los demandantes y oferentes, podemos realizar distintas clasificaciones que sirven para estructurar una actividad o ámbito de manera sistemática.
Hay, sin embargo, ciertos mercados que tienen una forma definida y son conocidos ampliamente, ya que su actividad está regulada y asentada en seno de las economías modernas. Podemos mencionar, por ejemplo, el mercado financiero, laboral, tecnológico, y muchísimos otros. En sentido histórico, encontramos los mercados negros; una multitud de instancias de intercambio cuya particularidad es su ilegalidad o ilegitimidad, como el mercado de negro de libros en la Francia de Voltaire del siglo XVIII.
El término mercado proviene del latín mercatus (‘mercado’, ‘tráfico’), el cual a su vez deriva de otra voz latina; mercari (‘comprar’). La idea del intercambio entre demandante y oferente sigue siendo fundamental para la determinación de un mercado. Lo mismo ocurre con la oferta, la demanda y la competencia, condicionantes de la actividad. Es por ello que podemos hablar de mercados potenciales: aquellos mercados posibles, pero todavía no manifestados como tales.
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