Los instrumentos de análisis que se utilizan para delimitar movimientos en la cotización del precio de un activo financiero se denominan canales bursátiles. Se realiza a través de un trazado entre la línea de tendencia del activo y una línea paralela a esta. Hay dos factores que condicionan este trazado: la experiencia y habilidad del analista y las características del propio activo.
Dependiendo de la tendencia de los activos analizados, podemos encontrar tres tipos de canales bursátiles: alcistas, bajistas y laterales.
Consiste en un patrón representado gráficamente, el cual sigue una inclinación ascendente y se compone por dos líneas paralelas que lo delimitan. Cuando los mínimos y los máximos de la tendencia del activo son cada vez mayores, nos encontramos en una tendencia alcista. La pendiente indica la fuerza que tiene la misma; si esta es muy elevada, nos encontramos ante una importante tendencia alcista, mientras que si no hay mucha inclinación será más débil.
Se considera como el opuesto al canal alcista, su patrón presenta una inclinación descendente, y los mínimos y máximos representados son cada vez menores. Si el precio rompe la línea inferior que delimita la tendencia, estaremos frente a una tendencia bajista mucho más pronunciada. En cambio, si rompe la línea superior, significa que ha habido una compra, por lo que la tendencia cambiará.
Es un tipo de canal especial que muestra una indecisión en el mercado bursátil. Sus líneas son paralelas y horizontales, lo cual muestra una pugna entre los compradores y vendedores de los activos. Para determinar la validez de un canal lateral, es fundamental que haya dos puntos de contacto entre línea y precio. Cuantos más encontremos, mayor fiabilidad tendrá la tendencia, y tendremos más seguridad para predecir el siguiente cambio en la misma. Si el precio rompe el canal bursátil por la línea superior, lo más probable es que se dé inicio a una tendencia alcista, mientras que, si lo hace por la línea inferior, seguramente nos enfrentaremos a una tendencia bajista.
Para intentar aprovechar las tendencias de los precios de un activo y conseguir beneficios, los inversores deben decidir si van a operar a favor de la tendencia o en contra de la misma. De igual manera, hay dos tipos de inversión que, según las expectativas con respecto al futuro del activo, suelen llevarse a cabo por los inversores.
Pueden introducirse en mercados al contado, de derivados o de divisas, y consisten en comprar un activo financiero esperando que su valor suba en el futuro. En inglés, se le conoce también con los términos Long o Bullish. Suele ser la estrategia más utilizada por los inversores, y normalmente se toma cuando se tienen expectativas alcistas.
Al contrario que en la apuesta al alza, una posición corta se da lugar cuando se espera que deprecie el valor de los activos, ya sea en el corto o en el largo plazo. Para poder operar con este método, los inversores deben tomar prestado los activos en los que vayan a invertir, para venderlos inmediatamente y comprarlos más barato en el futuro. Ya que tienen que devolver las acciones a su propietario, es fundamental que el precio baje antes de comprarlas de nuevo, ya que en caso de que este aumente el inversor obtendrá pérdidas en su operación. Las apuestas a la baja se toman cuando hay expectativas bajistas.
A la hora de realizar una inversión, son importantes tanto la habilidad y experiencia del analista como las tendencias del mercado. Por ello, es importante conocer el comportamiento de los activos financieros, controlar los canales bursátiles y predecir de manera eficaz sus subidas y bajadas, con el objetivo financiero de obtener un beneficio a través de nuestras inversiones.
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