El Diccionario de la RAE define capitalismo como “sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado”.
Por definición, un sistema capitalista es aquél en que son los agentes privados: empresas y familias, los que toman la iniciativa y deciden todos los aspectos, económicos o no, de la actividad: qué y cómo se produce, se consume, etc.
La base fundamental del capitalismo está en los siguientes pilares:
En la Europa de la Edad Media las estructuras económicas eran bastante básicas.
La riqueza se basaba, fundamentalmente, en la tierra y la producción agrícola de autoconsumo y los intercambios monetarios eran muy limitados.
Ya en la Baja Edad Media aparece el mercantilismo con el desarrollo de algunas estructuras económicas complejas, banqueros, negocios financieros, letras de cambio...
Sin embargo las estructuras mentales durante toda la Edad Media y, también, en buena parte de la Moderna, veían el negociar con dinero como algo indigno y poco cristiano.
En el renacimiento, sobre todo a partir del Siglo XV existe un relanzamiento económico y un surgimiento de las ciudades como centros importantes, también, en el ámbito financiero.
La reforma protestante supuso un cambio importante en la mentalidad, sobre todo en su variante calvinista, que ayudó a crear sociedades abiertas al tráfico económico en lo bueno y en lo malo, también se inventó la burbuja financiera.
Desde finales del Siglo XVIII con las revoluciones burguesas y, sobre todo, con la revolución industrial aparece ya el mundo mercantil que tenemos hoy, con empresas que producen bienes y servicios.
En este siglo, los estudios de Adam Smith hablando de libre competencia, de división del trabajo, de iniciativa de los individuos para el bienestar general y de la corrección de ineficiencias a través de una mano invisible ya nos colocan en un mundo capitalista.
El estado liberal que surge en Europa durante todo el Siglo XIX y el principio del XX supone la aparición de un capitalismo duro, en el que los empresarios tenían todos los resortes en sus manos y que creó una sociedad urbana muy desigual, con condiciones de vida de los obreros absolutamente inaceptables.
Como reacción a un mundo que estaba plagado de injusticias aparece el socialismo y, más adelante el marxismo como filosofía materialista en la que se perseguía un paraíso socialista a través de la revolución; los experimentos marxistas en los países que se llamaron de socialismo real fueron un gran fracaso económico y político, donde la libertad se limitaba demasiado.
En la convulsa primera mitad del Siglo XX, con las dos Guerras Mundiales y las revoluciones comunistas en Rusia y, más tarde, China y otros lugares apareció un mundo diferente al capitalista.
En las zonas donde continuaba un régimen de libre mercado la situación ha ido evolucionando, sigue existiendo el capitalismo pero se ha atemperado, en mayor o menor grado según veremos, a través del Estado del bienestar en el que los medios de producción están en manos privadas pero todos, empresas y consumidores, están sometidos a una importante presión fiscal con la que el Estado atiende necesidades básicas de sus ciudadanos, garantizando para todos el acceso a servicios como la sanidad, la educación y la cobertura de las necesidades sociales básicas.
Esto hace que, hoy en día, no existan economías puras de libre mercado sino que se ha llegado a un encuentro entre el sistema capitalista y el socialista creando economías mixtas que son de libre mercado pero matizadas con la intervención del Estado.
En ellas, el sistema capitalista se aplica en grados diferentes,
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