El consumo es la fase final de todo proceso productivo; hace referencia al efecto de utilizar un producto, cerrándose así el ciclo de la producción. Hablamos de consumo cuando los bienes o servicios que se producen son utilizados, en última instancia, por un consumidor.
El consumo, propiamente dicho, es el hecho en sí mismo de consumir (gastar, utilizar) cualquier producto o servicio que se comercializa, poniendo la rúbrica final al proceso de producción, y actuando como el disparador principal de la circulación de los capitales en la economía.
En realidad, todos los procesos productivos tienen, como finalidad última, crear un entregable que sea apto para el consumo: por lo tanto, desde el inicio se ha que tener en cuenta que aquello que se vaya a producir y comercializar, ha de idearse para que el consumidor lo utilice y, evidentemente, que este obtenga cierta satisfacción al hacerlo.
La idea cíclica del consumo se ve con claridad en el sistema capitalista, donde el consumo es una actividad que se retroalimenta: al consumir bienes y servicios, se genera más producción, cerrándose así el círculo. En otras palabras, el ser humano produce para consumir, y consume para producir.
No obstante, el ciclo de la producción, al cerrarse, puede originar otro ciclo nuevo de producción: esto significa que hay bienes que, al consumirse, no se destruyen totalmente, sino que sirven para iniciar otros propósitos de producción.
El consumo conlleva, necesariamente, la destrucción de la utilidad de un producto; una vez que un producto ha sido consumido, ya no puede ser comercializado o reutilizado de nuevo, especialmente cuando hablamos de alimentos o insumos (agua, energía)
Existe un punto intermedio, y lo comprenden aquellos productos menos perecederos o poco utilizados durante su consumo, que puedan tener cabida en el mercado de segunda mano o de productos reacondicionados: esta práctica da una “segunda vida” a los productos de consumo que no quedan totalmente destruidos como consecuencia de su uso.
La reinserción de los productos al ciclo del consumo también se produce mediante el reciclaje de residuos: en lugar de prescindir de todos los desperdicios que generan dichos bienes, se reagrupan y tratan para iniciar otros procesos de producción.
En contraposición, y por definición, un servicio no puede ser reutilizado, aunque las materias primas o los recursos que lo hacen posible no se gasten como tales. Viajar en transporte público, recibir asesoramiento jurídico o asistir a un seminario, son ejemplos de situaciones en las que el servicio de consumo se extingue en el acto.
En términos macroeconómicos, el consumo puede dividirse entre público y privado.
También se puede catalogar el consumo en función de si los bienes, al ser consumidos, se destruyen completamente o no.
Los consumos productivos también pueden subdividirse en tres clases:
Otra forma de clasificar los tipos de consumo es atendiendo al ciclo de vida de los bienes, que puede ser duradero (a largo plazo) o inmediato (a corto plazo).
El consumo es uno de los principales medidores del PIB (Producto Interior Bruto) de una nación: cuando los ciudadanos de un país consumen poco, significa que se está generando poca riqueza y, análogamente, un incremento del volumen del consumo se asocia con una etapa de bonanza económica.
Geolit, Parque Científico y Tecnológico
Edificio Software DELSOL · 23620
Mengíbar · Jaén
Centralita: 953 22 79 33
Comercial: 953 21 41 00