Comunismo
El comunismo es una de las corrientes de filosofía política que más relevancia adquirió durante el final del siglo XIX y el principio del XX, y cuyos postulados siguen vigentes en distintos regímenes hasta nuestros días, si bien se ha ido viendo desplazado paulatinamente por el capitalismo. Analizaremos brevemente la historia del comunismo y en qué bases se asienta esta corriente de pensamiento político.
¿Qué es el comunismo?
Para definir el comunismo como tal, nos centraremos en su idea principal: la supresión de las clases sociales y la redistribución de los medios de producción, que pasan de estar en manos privadas a ser de propiedad conjunta de todos los individuos de la sociedad.
Tal como señalamos en el párrafo introductorio, el comunismo entró en escena en respuesta al sistema capitalista, cuyo eje era (y sigue siendo) la acumulación privada de capital: un mismo individuo o entidad puede hacer acopio de todos los recursos que su capacidad económica le permita, siendo el propio mercado el instrumento para asignar recursos y obtener bienes.
Sin embargo, según la filosofía comunista, el sistema capitalista es considerado injusto por las desigualdades que genera, ya que favorece a los ricos y penaliza a los pobres: un individuo o entidad con recursos económicos suficientes podrá beneficiarse claramente de un sistema en el que, tanto los medios de producción como los bienes y los recursos, son de propiedad privada y hay que pagar para acceder a ellos.
La propuesta del comunismo se basa en erradicar la distribución capitalista de los bienes y recursos, y asignarlos equitativamente a todo el colectivo, de tal manera que se desdibujen las líneas que separan a los ricos y a los pobres: no en vano, prácticamente todas las civilizaciones han asistido durante la historia a estas brechas entre clases sociales, que han servido de caldo de cultivo de innumerables conflictos e injusticias.
Historia del comunismo
Marx y Engels
Sumergiéndonos en la historia del comunismo, echaremos la vista atrás hasta la Alemania de finales del siglo XIX, donde los pensadores Karl Marx y Friedrich Engels postularon sus bases.
Marx se centró en la idea de que el sistema capitalista solo contribuye a generar opresión, de la clase más alta (la que acumula la riqueza) hacia la clase más baja (la que no dispone de ella); esta opresión acabaría desembocando en una guerra entre clases sociales, prediciendo los mencionados conflictos.
Sus ideas se plasmaron en el Manifiesto del Partido Comunista (publicado por primera vez el 21 de febrero de 1848) y en El Capital (publicado en 1867), ambos elaborados en colaboración con Engels.
Precursores del comunismo
Aunque Marx y Engels sean justamente considerados los padres del comunismo moderno, la historia anterior al siglo XIX deja ciertos retales precursores de esta corriente:
- Platón, en su obra La República, deja constancia de la necesidad de una aristocracia de filósofos que rigiesen la sociedad, y que compartiesen todos sus bienes. Aristóteles, su discípulo, criticó abiertamente esta doctrina, ya que consideraba que rechazaba el régimen democrático y que solo se aplicaba a las altas esferas de la sociedad.
- Jean-Jacques Rousseau fue uno de los pensadores más célebres de la Ilustración en Francia, y planteó un socialismo utópico bajo la premisa de que los recursos naturales no pertenecían a nadie, y por lo tanto, pertenecían a todos.
El comunismo en la Europa del siglo XVIII
A la luz de la injusta realidad social europea encontramos el babuvismo, que promulgaba la abolición de la propiedad privada y la instauración de una propiedad comunitaria para garantizar la equidad política y económica en la sociedad.
A partir de 1835, el pensamiento comunista creció de la mano del mencionado socialismo utópico, teniendo a Robert Owen, Charles Fourier y al Conde de Saint-Simon como sus máximos valedores, poniendo en duda el valor dinerario de los productos, apostando por el cooperativismo, y proponiendo una sociedad planificada para atender las necesidades de los más pobres.
Comunismo y anarquismo
Ambas corrientes se encontraron en la Rusia de principios del siglo XX, pero no con el resultado deseado por los pensadores: mientras que el anarquismo propugnaba la supresión de toda autoridad (por considerarla opresora del pueblo), el comunismo defendió un régimen administrador de los recursos. Estas premisas acabaron desembocando en el régimen socialista impuesto por Lenin tras la Revolución.
El comunismo contemporáneo
La idea del comunismo, si bien en su momento tuvo sentido, terminó conformando regímenes totalitarios en naciones como la URSS, China o Cuba, por mencionar los más relevantes. En España, el PCE permaneció en la clandestinidad hasta después del fallecimiento de Francisco Franco, siendo más un movimiento reaccionario a la represión que una alternativa política real.
El comunismo se postuló como una evolución natural de la conciencia colectiva ante las desigualdades sociales de la era moderna: sin embargo, a pesar de que sus postulados no estaban exentos de poderosas razones, su eficacia como régimen de gobierno ha sido muy cuestionada, y a la hora de ponerlo en práctica se ha constatado su ineficacia, ya que también conlleva la creación de nuevas clases sociales y el estancamiento de la economía.
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