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Efectivo

por Software DELSOL

El Diccionario de la Real Academia Española define efectivo como “dicho del dinero: En monedas o billetes”, siguiendo esto, en lenguaje corriente, hablamos de dinero en efectivo para referirnos a las monedas y billetes que tenemos en nuestros bolsillos (o debajo de nuestro colchón) frente al dinero bancario que no lo tocamos físicamente y lo tenemos en el banco.

En este sentido genérico el dinero efectivo es dinero de alta potencia, es decir, el que emite el Banco Emisor (en nuestro caso el Banco Central Europeo) y que luego se va a multiplicar y amplificar a través de la capacidad que, también, tienen los bancos de crear dinero (dinero bancario) a través de su coeficiente de caja, utilizando para ello asientos contables del propio banco y dentro de determinados límites claramente fijados.

El efectivo en la contabilidad de sociedades

Pero este no es el concepto de efectivo que se utiliza si estamos hablando en el ámbito de la contabilidad de sociedades.

En contabilidad el efectivo es dinero líquido: el que la empresa tiene a su disposición inmediata en cualquier momento en su caja o en cuentas bancarias a la vista.

Las cuentas donde recogemos estas cantidades de dinero efectivo son las de tesorería (57); principalmente las cuentas de Caja (570) o bancos (572).

Por lo tanto, en el mundo contable lo importante es la liquidez que, en el caso de la tesorería, es una liquidez inmediata y absoluta, existiendo otros activos de gran liquidez pero que no llegan a la total liquidez de la tesorería.

El efectivo en moneda extranjera

Algunas entidades pueden tener dinero líquido en monedas diferentes de la suya propia (en nuestro caso, diferentes del Euro) por la razón que sea, porque van a realizar operaciones con extranjeros y pagarles en esa divisa o, simplemente, porque han decidido que les conviene mantener una cantidad en dicha moneda.

En este caso el problema es que la contabilidad ha de realizarse en la moneda propia, lo que puede crear diferencias relativas al tipo de cambio de la divisa en la que tenemos efectivo.

Según el PGC la valoración de la divisa en la moneda corriente se hará según el tipo de cambio del momento de su incorporación a nuestro patrimonio, pero al cierre de cada ejercicio se computará por el valor según el cambio en el momento del cierre.

Esta aplicación del nuevo tipo de cambio va a suponer una diferencia positiva o negativa que se llevará al resultado del ejercicio directamente.

En caso de haber contratado un seguro de cambio la diferencia se computará, como hemos dicho en la cuenta de resultados, sólo por la parte del riesgo que no esté cubierta.

Ratio de liquidez

En los análisis contables (tanto financieros como analíticos) existen diversos índices o ratios que estudian la proporción del dinero disponible en efectivo totalmente líquido o en activos fácil y rápidamente liquidables de que dispone la empresa.

La empresa realiza, de manera recurrente, cobros y pagos: cobra a sus clientes las facturas que les emite y paga a sus proveedores y demás acreedores las facturas que recibe (directamente en dinero o por efectos comerciales que se harán líquidos en un futuro cierto), necesitando mantener una cantidad suficiente de dinero efectivo en su caja o bancos para poder realizar sus pagos sin problema.

Salvo imprevistos, la dirección de la empresa conoce con total detalle los cobros que va a realizar y los pagos que va a tener que afrontar en el futuro, por lo que deberá administrar esta información para tener siempre dinero suficiente para realizar esos pagos comprometidos puntualmente. Pagar puntualmente es muy importante porque un retraso en el pago a un proveedor, además de crear una espantosa imagen, puede acarrear todo tipo de problemas y sobrecostes.

En este sentido, la actual redacción de la Ley 3/2004, de 29 de diciembre, de prevención de la morosidad, establece unos plazos concretos y taxativos para el pago de las deudas comerciales, convirtiendo automáticamente en moroso al empresario que no cumple dichos plazos de pago con todas las consecuencias negativas que ello conlleva como pagar intereses de mora o poder ser requerido e, incluso, demandado por el acreedor que no ha cobrado en plazo.

Sin embargo, hay que afinar, porque si la empresa mantiene cantidades demasiado grandes e innecesarias en su tesorería, si tiene mucho más dinero líquido del que necesita para hacer sus pagos, está infrautilizando su patrimonio, es decir, está manteniendo un recurso económico que podría utilizar para aumentar o mejorar su actividad económica manteniéndolo en un lugar donde no produce; aunque sólo fuera comprar letras del tesoro o tener una cuenta a plazo fijo ya tendríamos un rendimiento superior al de mantener el dinero en la tesorería que, en el mejor de los casos, nos va a dar los intereses que abone el banco en la cuenta a la vista que normalmente, como todos sabemos, no son gran cosa.

Como ocurre en todos los casos, la aplicación de estas ratios y los porcentajes o proporciones de dinero líquido o efectivo que la empresa tenga no son los mismos para todos los tipos de negocio: no es lo mismo, por ejemplo, una tienda o supermercado o gran superficie que necesita mantener grandes cantidades de dinero en caja para operar con sus clientes, cobrarles y darles el cambio, que una empresa que no tenga estas necesidades como las que se puedan dedicar a fabricar un producto y que sus pagos son los de compra de materias primas, pago de sueldos, alquileres, etc., pero que no necesitan tanto efectivo en su día a día.

Pagos desde caja o desde banco

Para terminar este artículo no está de más recordar que existe una limitación legal a los pagos hechos en efectivo desde caja: el artículo 7 de la Ley 7/2012 establece un máximo de 2.500€ como cantidad que se puede pagar en efectivo (en dinero, en cheques bancarios o mediante otros medios de pago que se consideren al portador), debiendo hacerse los pagos superiores a esta cantidad necesariamente a través de operaciones bancarias (el límite se amplía a 15.000€ para empresas extranjeras que no tengan domicilio en España).

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