El incremento de la necesidad de financiación entre empresas, autónomos y particulares ha hecho aumentar a su vez la tipología de productos orientados a cubrir dicha necesidad. Han surgido así novedades como los microcréditos, productos de financiación rápida que conviene conocer muy bien para hacer un uso racional de los mismos.
Son préstamos de dinero de pequeña cantidad que hay que devolver en plazo de tiempo que suele ser bastante corto. Lo normal es que la cuantía ofrecida oscile entre los 300 y los 3000 euros.
El concepto de microcrédito surgió en los años 60 del siglo pasado como producto de ayuda social destinado a los más necesitados, pero este tipo de financiación no se empezó a usar hasta la década de los 90. En el caso de España el microcrédito se hizo especialmente popular a partir de 2008 con la llegada de la crisis económica.
Aunque empresas y profesionales pueden acceder a ellos, los clientes más habituales de las entidades especializadas en microcréditos son particulares que tienen problemas puntuales de liquidez que quieren resolver de forma rápida.
En la mayoría de los casos son personas que por su situación personal y económica lo tienen complicado para pedir financiación a una entidad bancaria, así que recurren a este producto cuyo acceso les resulta mucho más fácil porque apenas se exigen requisitos.
Pueden variar según la entidad que los conceda, pero son básicamente:
La principal razón por la que los micropréstamos se han hecho tan populares es porque la tramitación es rápida y sencilla, no hace falta ni desplazarse. La mayoría de las entidades de crédito trabajan online y el usuario puede hacer su petición de dinero desde su ordenador o móvil.
Generalmente basta con indicar la cantidad que se necesita, seleccionar el plazo de devolución deseado y aportar algunos datos personales. En unos pocos minutos el sistema analiza las condiciones y está en disposición de dar una respuesta sobre si se concede o no el préstamo.
En caso de que la respuesta sea afirmativa el dinero se transfiere a la cuenta del cliente, que lo recibe en un plazo de 24 a 48 horas.
No se piden explicaciones sobre el uso que se le va a dar al dinero y tampoco se solicita nunca ningún tipo de aval. Esto facilita el acceso al crédito de personas que pueden estar en una situación económica complicada.
La existencia de este riesgo es una de las grandes desventajas de los microcréditos. La facilidad con la que se puede acceder a la financiación hace que muchas personas recurran de forma insistente a este producto. Incluso piden micropréstamos para cubrir otros micropréstamos pendientes de pago.
Teniendo en cuenta que tanto los intereses ordinarios como los de demora son bastante altos, recurrir mucho a este producto puede acabar provocando un gran endeudamiento.
Este producto de financiación puede ser totalmente seguro si se utiliza desde el sentido común. En primer lugar conviene elegir bien la entidad con la que se va a trabajar, puesto que no todas ofrecen las mismas condiciones ni cobran los mismos intereses, y no está de más evaluar otras posibles alternativas de financiación.
Si al final se opta por el micropréstamo hay que leerse muy bien todo el contrato y evaluar los costes, haciendo cálculos para saber cuánto dinero habrá que devolver y si realmente compensa pagar los intereses estipulados para satisfacer una necesidad puntual de dinero.
Por último, hay que asegurarse de devolver el dinero dentro del plazo acordado. Si no puede ser, es mejor solicitar una prórroga antes que dejar de la deuda pendiente, porque esto genera intereses de demora y hace que el importe debido suba.
Los microcréditos son productos de financiación seguros si se utilizan bien. Pero como también tienen importantes desventajas, es recomendable acudir a los mismos únicamente de forma excepcional y si no existen vías alternativas.
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