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Orden de prelación

por Software DELSOL

Una de las opciones que poseen las empresas, a la hora de recibir financiación, es la de emitir títulos, en los que muchos inversores destinarán su dinero y permitirán a la empresa llevar a cabo sus proyectos. Estos títulos, que normalmente son acciones, tienen que ser clasificados de alguna manera para que, en caso de que la empresa llegue a una situación donde se vea obligada a pagar deudas, exista un orden de prioridades relacionado con quién debe cobrar primero.

Los títulos se clasifican en función a su calidad crediticia, algo que conocemos como el orden de prelación (prioridad de una cosa frente a la otra). En caso de que la compañía llegue a una situación de quiebra y esta haya emitido acciones o tenga títulos en vigor, tendrá que seguir el orden de prelación a la hora de pagar sus deudas. Este orden, pese a que los tipos de deuda ya están previamente calificados, siempre dependerá del tipo de instrumentos que haya emitido la empresa.

Orden de prelación de los instrumentos financieros

El orden de prelación se determina en función del riesgo asumido y la calidad crediticia (a menor riesgo, mayor calidad del instrumento financiero). El orden de prelación, viendo primero los instrumentos con mayor calidad, sería el siguiente:

  1. Deuda Senior Garantizada (títulos especiales). Es una deuda que lleva asociada una garantía, es decir, está respaldada por otro instrumento financiero, teniendo preferencia frente a cualquier otro tipo de deuda a la hora de cobrar. Solo lo pueden emitir las entidades de crédito, y también se les llama cédulas hipotecarias.
  2. Deuda Senior (títulos ordinarios o generales). Engloba a la renta fija que emite la empresa, es decir, obligaciones o bonos ordinarios. Suele ser uno de los instrumentos más utilizados por parte de las compañías, y pueden variar en muchas características (vencimientos, indexación, protección frente a cambios en el precio, tipo de cupón, entre otras).
  3. Deuda subordinada. Su calidad es menor porque, a la hora de cobrar los intereses por ella, se necesita llegar a un nivel de beneficios determinado. Esto supone un riesgo mucho mayor, ya que la empresa podría quedarse sin capital suficiente como para abonar la deuda correspondiente a estos instrumentos. Las participaciones preferentes son el tipo más común de deuda subordinada.
  4. Deuda híbrida. Es deuda que se suele emitir a largo plazo, incluyendo una opción call, y teniendo el emisor la posibilidad de cancelarlas. Son deudas con un riesgo bastante alto, y solo están por encima de las acciones corrientes en el orden de prelación. Los cocos y bonos convertibles son dos ejemplos habituales de deuda híbrida.
  5. Acciones. Posiblemente el instrumento financiero más conocido y utilizado, pero a su vez es el que mayor riesgo tiene y menor calidad crediticia posee. Esto se debe a que no tienen ningún tipo de protección en caso de quiebra y, si la entidad no dispone del dinero suficiente como para saldar la deuda, los socios perderían su dinero.

Ejemplo práctico del orden de prelación

Aunque no es muy complicado de entender, viendo un ejemplo práctico se podrán aclarar todas las posibles dudas con respecto al funcionamiento del orden de prelación en una empresa:

Imaginemos una compañía dedicada a la producción y venta de maquinaria industrial que, a lo largo de los últimos años, ha emitido títulos por un valor total de 300 000 euros. Como consecuencia de la crisis causada por el COVID-19 y su impacto en todos los sectores económicos, la empresa ha entrado en quiebra y solo dispone de 180 000 euros para abonar las deudas que tiene pendientes. Los títulos emitidos serían los siguientes:

  • 70 000 euros en bonos ordinarios.
  • 30 000 euros en participaciones preferentes.
  • 80 000 en bonos convertibles y cocos.
  • 120 000 euros en acciones.

En el momento de pagar las deudas, la empresa seguirá el orden de prelación mencionado anteriormente, por lo que los primeros en cobrar serán los propietarios de los bonos ordinarios (calificados como deuda senior). Después, serán los que posean participaciones preferentes (calificadas como deuda subordinada); y, por último, aquellos que tengan bonos convertibles y cocos. Pagándole a los propietarios de estos tres tipos de instrumentos financieros, la empresa habrá gastado los 180. 00 euros que tenía disponibles para saldar sus deudas, por lo que los accionistas perderían su dinero al no disponer la compañía del capital necesario para abonar esa parte.

En situaciones de quiebra, es altamente probable que las compañías no dispongan del capital suficiente como para saldar las deudas con todos los inversores. Por este motivo se establece un rating en función del riesgo y la calidad crediticia de los instrumentos financieros, creándose un orden de prelación que permite a los propietarios de menor riesgo cobrar su parte primero. En estos casos, los accionistas siempre serán los que salgan peor parados, ya que sus posesiones perderían su valor y serían los individuos que asuman la mayor parte de las pérdidas.

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