Pragmatismo
El pragmatismo es una corriente de pensamiento clásico en el que se establece la validez y pertinencia de determinados conceptos e ideas en relación con su utilidad práctica. Se trata, por tanto, de una filosofía orientada hacia una experiencia utilitaria de la realidad. En el ámbito de la administración, esto se traduce en un predominio de los resultados.
¿Qué es el pragmatismo?
Este término hace referencia a una corriente filosófica cuyos orígenes pueden rastrearse hasta mediados del siglo XIX en Estados Unidos. Esta corriente se constituye como un conjunto de ideas que se organizan en función de la experiencia ostensible de las ideas en el mundo físico.
Sus principales referentes son Charles Pierce, desde el campo de la lingüística y la semiótica; William James, desde la psicología y pedagogía; y, finalmente, el célebre filósofo y pedagogo, John Dewey. Si bien sus aproximaciones a esta disciplina resultan variables, el pensamiento de estos autores constituye las bases del pragmatismo actual.
El principal objetivo del pragmatismo disciplinar es la constatación y la verificación empírica de los resultados obtenidos mediante la aplicación de un método científico. En este sentido, se presume que el objetivo de la ciencia y las materias que esta aúna consiste en producir enunciados cuyos resultados sean prácticos.
Características del pragmatismo
En la actualidad, el pragmatismo puede encontrarse en las diferentes esferas del conocimiento, especialmente en los campos de la política y en la administración tanto pública como privada. En el sector público, esto implica prestar servicios y gestionar los recursos de manera eficaz, sin juicios de valor ideológico.
Por su parte, en el ámbito privado, el pragmatismo se refiere a un tipo de actividad en la que prevalece la importancia de los resultados por sobre el proceso. En dicho caso, el éxito o fracaso de una determinada iniciativa depende exclusivamente de que los resultados sean alcanzados en tiempo y forma. El resultado verificado se consolida como el resultado verdadero.
Por el mismo motivo, esta disciplina favorece la experiencia y el saber práctico sobre las doctrinas preconcebidas que dominan una actividad en función de tradiciones que resultan contraproducentes. Justamente por eso, resultó muy importante en la constitución de los estados modernos frente al fundamentalismo religioso y el autoritarismo.
Pragmatismo en la administración de empresas
En lo que a la administración de empresas se refiere, las nociones provenientes del pragmatismo no se aplican de manera consciente en la actividad, aunque coinciden con ellas en muchos sentidos. En efecto, el pragmatismo administrativo se reproduce en la orientación hacia los resultados como fin último.
Las mismas nociones se encuentran en el desarrollo de los conceptos de liderazgo estratégico y en las economías de mercado contemporáneas. En estos ámbitos, la organización de las empresas se establece con base en condiciones de funcionamiento pragmático en los que se busca minimizar el costo y mejorar el rendimiento de los recursos a disposición.
La mayoría de las corrientes actuales en el ámbito de la administración empresarial se fundamentan con base en conceptos provenientes del pragmatismo para mantenerse competitivas. Justamente por eso, las empresas más grandes perciben la racionalidad y la utilidad para perseguir objetivos a corto, mediano y largo plazo.
El pragmatismo burocrático y corporativo vuelven viable el funcionamiento de organizaciones de estructura masiva que intervienen en una multitud de sectores y mercados para sustentar su propia actividad y continuar creciendo. La economía actual del libre mercado es, esencialmente, pragmática.
Pragmatismo en el sector público
El pragmatismo fue fundamental para la consolidación de los estados modernos, especialmente en el contexto de la Segunda Revolución Industrial. En el ámbito público posibilitó la transformación de los conceptos de gobernanza y permitió la consolidación del estado-nación en su formato actual.
El pragmatismo clásico es una de corrientes más representativas de principio de siglo con el desarrollo industrial de los estados modernos. Los fundamentos teóricos desarrollados por John Dewey son los principales pilares de las políticas públicas llevadas adelante durante el auge del estado de bienestar, en el cual la presencia del estado fue determinante.
La idea de una administración activa de los recursos sociales de manera laica e imparcial, en función de políticas públicas efectivas que se orienten a la resolución de problemas y conflictos de distinta índole, es la que hoy permea a la mayoría de las administraciones públicas. Gracias a ello, los sistemas democráticos pueden garantizar la igualdad de los ciudadanos sin importar sus condiciones ideológicas.
Gracias a las nociones de la escuela pragmática, los representantes y funcionarios se encargan de administrar las diferentes dependencias públicas que organizan la vida social de las personas en sistemas de democracia representativa. Sin embargo, muchas veces resulta infructuosa una visión instrumentalista del servicio público, en tanto este debe considerar las necesidades y el bienestar de los ciudadanos.
El pragmatismo se constituye como una disciplina que se encuentra íntimamente relacionada con muchos sectores de la actividad humana y del pensamiento. En lo que a la administración de empresas se refiere, esta resulta fundamental para la organización y el aprovechamiento de los recursos.
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