Competitividad
La competitividad es aquella capacidad que posee un individuo o empresa para posicionarse por delante de sus competidores, consiguiendo una mejor posición frente a ellos. Se basa en generar ventajas competitivas frente a las demás entidades, es decir, disponer de uno o varios factores que le permitan destacarse y colocarse por encima del resto.
No obstante, esta es una definición general de lo que realmente abarca el término de competitividad. Dependiendo del ámbito donde nos encontremos (economía, deportes…), podremos interpretar el concepto de diferentes maneras, aunque la base principal siempre se fundamenta en la obtención de mejores resultados frente a tus rivales directos.
Competitividad aplicada al campo empresarial
Las empresas, al ser organizaciones con ánimo de lucro, tienen como objetivo generar rentabilidad de sus actividades en el sector. Si lo relacionamos con la definición de competitividad, podemos concluir en que una empresa es competitiva si logra obtener mejores resultados que sus rivales directos.
¿Cómo puede una empresa lograr una ventaja competitiva frente al resto de competidores?
En la práctica, conseguir una ventaja competitiva es un proceso complejo, pero que de lograrlo supone adquirir una posición privilegiada en el sector. De forma general, las empresas pueden centrarse en los siguientes factores para buscar sus ventajas competitivas:
- Precio. Ofrecer tus productos o servicios a un menor precio que los demás supone una gran ventaja, ya que todos los consumidores sensibles a variaciones en el mismo estarán dispuestos a comprarte antes que a la competencia. Siguiendo estrategias basadas en el liderazgo en costes (reducción de gastos, apostar por la productividad, mejor organización en los puestos de trabajo…), las compañías pueden llegar a distinguirse por sus bajos precios, generando una mayor demanda y, por tanto, rentabilidad frente a sus rivales.
- Calidad. Otra de los métodos más utilizadas para conseguir ventajas competitivas es apostar por la calidad del producto y un buen servicio post venta. Las estrategias de diferenciación, en la que se busca potenciar la marca y generar un valor que la identifique dentro del mercado, son una buena manera de generar ventajas competitivas, en este caso basadas en el reconocimiento y el estatus que la marca proporciona a los consumidores.
- Investigación, desarrollo e innovación (I+D+I). Las empresas pueden posicionarse por encima de sus competidores si hacen una buena tarea en I+D+I, ya sea investigando potenciales segmentos del mercado o desarrollando nuevos productos. Tener algo que los demás no tengan es una ventaja diferenciadora en el mundo empresarial, por lo que la innovación y la investigación son factores clave para todas aquellas compañías que quieran destacar y posicionarse frente a sus competidores.
Tipos de competitividad empresarial
Podemos dividir la competitividad empresarial en dos tipos:
- Competitividad interna. Hace referencia a las habilidades del equipo directivo de una compañía para hacer gestión de sus recursos y capacidades, buscando la eficiencia y la mejora constante de la productividad. Una empresa es competitiva internamente si es capaz de progresar constantemente, logrando resultados positivos a la hora de administrar recursos y gestionar el terreno y a sus trabajadores.
- Competitividad externa. Se centra en los resultados de la empresa de cara al mercado en el que opera. Analizando el entorno y sus competidores, la compañía debe luchar constantemente por generar ventajas competitivas que le permitan distinguirse del resto, al mismo tiempo que mantienen un nivel de competitividad que le posibilite seguir realizando su actividad en el sector.
Índice de Competitividad Global: qué representa y cómo se calcula
Si nos enfocamos en el análisis de la competitividad entre países, tenemos que hablar sobre el Índice de Competitividad Global (GCI, por su traducción en inglés: Global Competitiveness Index). Publicado anualmente por el Foro Económico mundial, mide la capacidad que tiene cada país de ofrecer un entorno próspero a sus ciudadanos, así como de asignar eficientemente los recursos que tienen disponibles. Es un índice habitualmente utilizado, ya que se basa en el análisis de factores, políticas e instituciones que estudian la sostenibilidad competitiva de las economías en el corto/medio plazo.
Para el cálculo del GCI se utiliza información de carácter público, junto a la generada por una encuesta realizada por el Foro Económico Mundial (Encuesta de Opinión Ejecutiva), la cual recoge datos de miles de negocios importantes en los países analizados. Estos datos están relacionados con los factores más relevantes en el clima empresarial y competitivo de un país, por lo que son grandes indicadores a la hora de identificar posibles debilidades y fortalezas de cada uno de ellos.
Actualmente, el país mejor valorado según el GCI es Singapur, seguido de cerca por EE. UU., Hong Kong, Países Bajos y Suiza. España, en concreto, se posiciona en el vigésimo tercer puesto, con un índice de competitividad del 75,28%.
La competitividad es un término amplio que abarca distintos campos y puede ser interpretado de diferentes maneras. Dentro del campo económico es donde cobra una mayor relevancia ya que, de manera constante, las empresas tienen que buscar ventajas competitivas para sobrevivir en los mercados. Por ello, es un factor muy importante a tener en cuenta por todas las compañías, siendo determinante tanto en su crecimiento como en su rentabilidad de negocio.
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