A principios del siglo XX surgieron varias corrientes y metodologías de trabajo que revolucionarían el sector industrial y los modelos productivos. Una de ellas fue el taylorismo, un método desarrollado por el ingeniero y economista estadounidense Frederick Winslow Taylor.
Consiste en un sistema de producción industrial basado en las teorías del propio Taylor. De manera general, basa los procesos productivos en la división del trabajo y la especialización de los trabajadores, apostando por una producción en cadena que permita maximizar la productividad de la mano de obra.
De igual manera, dota de importancia a los supervisores y directivos de la empresa, que deben controlar los tiempos de producción y supervisar de manera exhaustiva a los obreros en todo momento. El concepto de mecanización es fundamental para definir el taylorismo, donde la eficiencia y la organización científica de las tareas tiene un elevado protagonismo para conseguir los objetivos productivos.
Este reconocido sistema de producción sigue unos principios básicos fundamentales para que la idea principal se pueda llevar a cabo de manera efectiva:
Gracias a los estudios y aportes de Frederick Taylor, se desarrolló un modelo productivo que muchas industrias empezarían a aplicar en los primeros años del siglo 20. Algunas de las innovaciones introducidas en el sector son consecuencia directa de los principios enumerados anteriormente, como puede ser la selección y formación de los trabajadores o el énfasis en la especialización de cada empleado en sus respectivas tareas.
Además, el taylorismo propuso el reemplazo de los métodos basados en la mera experiencia por modelos probados científicamente, lo que aumentó notablemente la productividad y efectividad en las tareas productivas. Además, consideró fundamental la organización y ejecución disciplinada de estas, además de la supervisión continua por parte de los superiores.
Si hablamos de atribuciones directas realizadas al propio Taylor, debemos destacar los múltiples estudios para reducir la fatiga de los obreros, así como la introducción al modelo de las jerarquías en la cadena de producción, las cuales permitieron un mayor control sobre la mano de obra y la propia producción. Por último, introdujo los premios y estímulos a los trabajadores por conseguir buenos resultados en cada una de sus tareas (a más productividad, mejores recompensas).
El fordismo, modelo propuesto por Henry Ford, es considerado, por muchas personas, como una “versión mejorada” del Taylorismo. Ambas teorías presentan similitudes que las hacen muy parecidas, ya que las dos buscan una mejora en la producción y una disminución de los costes y el tiempo para conseguir mayores beneficios, al igual que una maximización de la productividad de la mano de obra.
La idea principal del fordismo se basa en el uso de la línea de montaje, donde los trabajadores permanecen estáticos en un mismo puesto de trabajo y la propia materia prima llega hacia ellos a través de máquinas, permitiendo que produzcan de manera continua y sin interrupciones para acudir a distintos lugares de la fábrica.
A través de una estricta división del trabajo y un exhaustivo control de las tareas como el taylorismo, los obreros especializados aumentan notablemente la productividad y la eficiencia de sus actividades, pero la empresa corre el riesgo de que estos pierdan su motivación y terminen demasiado cansados dada la exigencia que supone poner en marcha este método.
Geolit, Parque Científico y Tecnológico
Edificio Software DELSOL · 23620
Mengíbar · Jaén
Centralita: 953 22 79 33
Comercial: 953 21 41 00