La Ley del IVA es una de las normas tributarias que más afecta tanto a empresas como a particulares, ya que cada vez que se compra un producto o un servicio hay que pagar este impuesto.
La Ley 37/1992, de 28 de diciembre, es la que regula el Impuesto sobre el Valor Añadido. A pesar de ser una ley con casi 30 años de historia, lo cierto es que ha sido reformada en varias ocasiones para poder adaptarse a la realidad social actual.
Es un impuesto indirecto que grava el consumo. Implica que al precio de cada producto o servicio adquirido en el mercado hay que sumarle un tanto por ciento que es la cantidad que se va a pagar en concepto de impuesto.
Todo lo recaudado por los empresarios y autónomos en concepto de IVA acaba en las arcas públicas, por lo que en el fondo no es más que otra forma que tiene el Estado de financiarse.
Es una forma de financiación indirecta que grava el consumo y que consigue recaudar importantes cantidades, ya que está obligada al pago cualquier persona que realice una compra o que contrate un servicio.
La Ley del IVA se encarga de detallar el tipo que se debe aplicar a cada producto o servicio, para que todos aquellos que estén en el mercado tengan su correspondiente gravamen.
Esta norma hace referencia a las siguientes cuestiones:
Los profesionales y las empresas deben estar muy al tanto de lo que indica la norma. Salvo en aquellos casos en los que se prevé alguna exención, en la mayoría de los casos los productos y servicios vendidos están gravados por el IVA.
Esto implica que tanto las empresas como los autónomos deben hacer contar esta circunstancia en sus facturas, indicando además el tipo de IVA aplicable.
El cliente debe poder ver desglosado cuál es el precio del producto o servicio antes del IVA (la base imponible) y el importe total una vez aplicado el tipo del Impuesto sobre el Valor Añadido que corresponda.
En aquellos casos en los que por disposición legal no sea aplicable este impuesto, la factura debe especificar expresamente que está exenta de IVA en virtud del artículo 20, Uno, 8º b) de la Ley 37/1992.
Hoy en día las facturas se hacen a través de diferentes programas y aplicaciones que han sido diseñados para facilitar el trabajo de facturación. Este tipo de software está preparado para que el usuario pueda elegir el IVA que resulta de aplicación en cada caso concreto.
La empresa o el autónomo que recibe el pago del IVA por parte de sus clientes actúa como recaudador o sujeto pasivo. Esto implica que tiene la obligación de conservar ese dinero pagado por sus clientes en concepto de IVA e ingresarlo en Hacienda de forma trimestral. Esto se hace a través de las autoliquidaciones del IVA, rellenando el modelo 303.
A efectos prácticos el consumidor final no tiene que preocuparse por el IVA. Es un importe que se suma en la factura del producto o servicio que ha adquirido y una vez pagado se olvida de él.
Es el empresario el que queda obligado a ingresar después lo recaudado en Hacienda. No hacerlo puede tener importantes consecuencias legales.
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