En el mundo de las actividades mercantiles, oímos la palabra "negocio" con mucha frecuencia, pero quizá no nos hayamos detenido lo suficiente en lo que significa en verdad este término. Vamos a analizar a continuación qué se entiende realmente por un negocio.
Empleando una definición estricta, un negocio es cualquier actividad, trabajo u ocupación que se realiza con el fin de obtener una ganancia económica, es decir, que se lleva a cabo con la intención de producir dinero.
Es precisamente esta finalidad lucrativa el elemento distintivo de los negocios: por lo tanto, no todas las actividades profesionales o empresariales pueden ser consideradas como negocios. Solo tendrán aquel carácter aquellas constituidas o destinadas a producir beneficios económicos reales.
Para comprender esta distinción, pongamos en contraposición una tienda de alimentación con una ONG, o un banco con respecto a un servicio público:
Por lo tanto, no podemos hablar de negocios en este último caso, ya que la finalidad con la que se constituye la actividad no es el lucro: dicho de otra forma, quien gestiona y lleva a cabo dichas actividades no lo hace para ganar dinero, aunque cobre algún recargo para cubrir sus costes estructurales.
Se denomina promotor de un negocio a aquella figura (que puede ser una persona física o jurídica) que pone el negocio en marcha, disponiendo de los recursos, las infraestructuras, las materias primas, la financiación y la mano de obra necesarias para que se lleve a cabo la actividad.
Además, es quien recoge los beneficios resultantes de las actividades económicas, resultantes de restar los ingresos generados menos los costes estructurales.
La actividad económica tiene, como finalidad, ofrecer bienes o servicios que serán consumidos y, por lo tanto, comprados por alguien: el cliente es el adquiriente de los productos que el promotor ofrece, pudiendo también ser una persona física o jurídica.
Análogamente, el dinero que el cliente paga por sus adquisiciones sirve para que el promotor cubra sus costes estructurales y gane dinero.
La actividad es el núcleo del negocio, la forma en la que el promotor satisface la necesidad de los consumidores: comprende toda la solución de valor añadido con la que construye su oferta hacia los clientes.
No estamos hablando solo de los productos que se comercializan, sino de todo el aparato operativo, financiero, logístico, humano y/o publicitario que emplea el promotor.
Los negocios pueden clasificarse según el alcance que tengan las actividades, que es lo mismo que asumir cuál es la localización geográfica del promotor con respecto a la del cliente (y viceversa).
Así, existen los negocios locales (tiendas de barrio, pequeños comercios), los negocios nacionales (clientes y promotores en el mismo país) y negocios internacionales (entre figuras de distintos países).
El modelo de distribución se refiere al modo en el que el cliente adquiere los bienes y servicios ofrecidos por el promotor del negocio.
De este modo, podemos clasificar los negocios en:
No hay que confundir los negocios online con las plataformas de venta por Internet de, por ejemplo, cadenas de tiendas, grandes superficies o supermercados: en estos casos, estas empresas ofrecen a sus clientes la posibilidad de adquirir sus productos por Internet en lugar de que se tengan que desplazar físicamente a alguna tienda o establecimiento.
Esta otra forma de clasificar los negocios se hace basándose en el sector que ocupan en la economía.
El punto clave que define a los negocios como tales es el ánimo lucrativo con el que los promotores los constituyen. Nadie pone un negocio para no ganar dinero o, como también se suele decir: "esto es un negocio, no una ONG".
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