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Ostracismo

por Software DELSOL

El concepto de ostracismo procede de la Antigua Grecia, y tiene significados sociales y políticos aplicables en la actualidad. Designa una decisión colectiva por la que un miembro de la sociedad es apartado de ella. Vamos a ver qué es el ostracismo, a dar algunas pinceladas sobre el curioso origen del término, y qué designa exactamente en nuestros días.

El origen: la ley del ostracismo

Para entender las raíces del concepto de ostracismo tendremos que echar la vista atrás, hacia los tiempos de los antiguos griegos (siglo VI a.C.), y comprender un poco mejor cómo se organizaban a nivel sociopolítico. Sobre todo, porque en aquella época los dirigentes griegos tenían muy claro que la estabilidad social era una de sus máximas prioridades.

Relegar a alguien al ostracismo significaba apartarlo de la sociedad, es decir, enviarlo a un exilio (en virtud de un veredicto al que se llegaba mediante un sufragio democrático) por considerar que dicha persona podría poner en peligro la estabilidad colectiva en las polis (el nombre genérico que recibían las ciudades griegas). Mediante estos veredictos se pretendía preservar la armonía social: estaba reconocido legalmente y existía un procedimiento definido para hacerlo.

El ostracismo tiene su origen etimológico en óstrakon, una palabra que designaba una pieza de cerámica que utilizaban los griegos para escribir los nombres de quienes consideraban un peligro para la estabilidad de la sociedad y que, por lo tanto, debían ser desterrados de la polis (expulsados de la ciudad).

La ley del ostracismo consistía, por lo tanto, en enviar al exilio a una persona en concreto. La elección de dicha persona se realizaba una vez al año, y comenzaba con una reunión de la asamblea convocada a tal efecto en la que los dirigentes políticos evaluaban la estabilidad de la sociedad y debatían sobre si era o no necesario aplicar la ley.

En caso afirmativo, se convocaba un referéndum unos meses después, en el que participaban 6.000 ciudadanos elegidos al azar: dichos ciudadanos escribían en un óstrakon el nombre de la persona que proponían para que fuese expulsada. En este método de sufragio, al igual que ocurre con las elecciones actuales, nadie tenía por qué dar explicaciones de por qué había elegido a una persona u otra.

Si algún ciudadano acumulaba el volumen de votos necesario para ser expulsado (mayoría absoluta), se le obligaba a abandonar la polis en un plazo de diez días y permanecer en el exilio durante un tiempo no inferior a diez años. A pesar de su condición de exiliado, el elegido no perdía la ciudadanía y podía ser readmitido por votación popular antes de que expirase el plazo del exilio.

El motivo era que estos exiliados no habían cometido ningún delito ni habían quebrantado ninguna ley: el ostracismo no era un instrumento condenatorio, sino un mecanismo de autodefensa popular. Por lo tanto, los desterrados no eran reos ni cargaban con ningún tipo de responsabilidad penal.

El ostracismo en la actualidad

Ostracismo político

Aquí es donde se aprecia el nexo del ostracismo antiguo con el mundo actual, a la par que se pone de manifiesto su problemática real. En virtud de aquella ley, esta herramienta de autodefensa popular se convirtió en un instrumento para eliminar a adversarios políticos.

Y es que las personas propuestas para el exilio en la Antigua Grecia solían ser ciudadanos que abusaban de su poder sin haber cometido delito alguno, ya que los delincuentes eran juzgados en procedimientos penales. La manifiesta (o presunta) tiranía de estas personas constituía el motivo por el que sus conciudadanos los solían proponer para el ostracismo.

Las rivalidades políticas existentes, unidas al hecho de no tener por qué justificar la elección y de la ausencia de mecanismos que garantizasen la integridad del sufragio, convertía a la ley del ostracismo en un arma para asentarse indefinidamente en el poder.

En la actualidad, el ostracismo suele aplicarse en el seno de los partidos políticos, a veces de un modo más soterrado, y otras respondiendo a normativas propias. Aquí se entiende el ostracismo como el hecho de marginar a un político dentro de su propio partido.

Estas situaciones se suelen dar si el militante manifiesta su desacuerdo con el programa político propuesto, con las alianzas o pactos que propone la dirección del partido, con las corrientes ideológicas que predominan en el partido o, sencillamente, con su funcionamiento interno.

Ostracismo social

En general, la decisión de enviar a alguien al ostracismo procede, bien de los dirigentes de una organización, bien de una votación de sus integrantes. Sin embargo, el ostracismo social es otro tipo de ostracismo en el que la decisión es tomada por el propio exiliado.

Esta vertiente no responde a ningún procedimiento legal o formal: consiste, sencillamente, en que una persona decida voluntariamente apartarse del ámbito social en el que está. Es común encontrar casos de ostracismo social en personajes públicos que deciden abandonar la fama y mantener un perfil social bajo, preservando su privacidad y alejándose de la fama derivada de su profesión (deportistas de élite, cargos públicos, artistas…).

El ostracismo fue una herramienta que utilizaban los antiguos griegos para enviar al exilio a personas que podrían comprometer el orden social de sus polis. Con el paso de los años ha dejado de ser legal, pero sus principios se han seguido en entornos en los que quienes ostentan el poder “se deshacen” de posibles rivales o agitadores. Según su significado, también es posible que la decisión la tome la propia persona y no venga impuesta por terceros, especialmente en el ámbito social.

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