El mundo financiero es complejo, sobre todo porque se utilizan multitud de términos con los que la gente de a pie está poco familiarizada. Este es el caso de conceptos como swap, desconocidos para todos aquellos que son ajenos al ámbito económico o financiero.
Un swap es un derivado financiero en el que dos partes acuerdan un intercambio de flujos monetarios, en virtud del cual una persona se compromete a pagar una serie de flujos monetarios de forma periódica a cambio de recibir de la otra parte otra serie de flujos. Ambos flujos financieros (ingresos y pagos) pertenecen a la misma o a diferente divisa y se deberá determinar una fecha de vencimiento.
En definitiva, un swap es un compromiso entre dos partes de intercambio de determinadas cantidades de dinero a futuro. Así pues, este acuerdo consta de dos partes contratantes.
La finalidad de este tipo de derivados financieros no es otra que convertir un esquema de pagos en otro de diferente naturaleza, de forma que dicho esquema de pagos se adapte de la mejor manera posible a las necesidades y objetivos de las partes contratantes. De hecho, este tipo de derivados financieros
Un swap ha de tener una serie de elementos. Son los siguientes:
Existen diferentes tipos de interés. Son los siguientes.
Estos swaps consisten en el pago de intereses fijos por una de las partes a cambio de que la otra parte pague intereses variables. A su vez, los swaps de tipo de interés se dividen en los siguientes subtipos:
Estos swaps consisten en el intercambio de un flujo de intereses a tipo fijo en una divisa en concreto a cambio de otro flujo de intereses a tipo variable en una divisa diferente. Así pues, en estos swaps existe riesgo de divisa y riesgo de tipo de interés. Estos productos financieros se dividen, a su vez, en los siguientes subtipos:
Los swaps son productos financieros muy utilizados en las finanzas hoy en día, sobre todo para intercambiar entre dos partes recursos a futuro. Así, el swap no tiene por qué tener una naturaleza monetaria, también puede consistir en el intercambio de bienes o servicios. No obstante, también pueden ser utilizados —y de hecho son utilizados— para especular o para reducir la exposición a un riesgo —por ejemplo, transformar los pagos a un tipo de interés variable de un préstamo hipotecario ligados al euríbor por unos pagos a un tipo de interés fijo, de forma que el hipotecado no quedaría expuesto al riesgo ante la subida inesperada del índice variable—.
No solo son utilizados por particulares, también las grandes empresas hacen uso de estos derivados financieros. Así, las empresas emiten títulos de deuda o bonos en busca de financiación a cambio de pagar un interés fijo a los inversores, contratando estos swaps para convertir dicho interés fijo en un interés variable. De esta forma, las grandes empresas utilizan los swaps para optimizar la deuda.
En definitiva, los swaps son derivados financieros que se utilizan como cobertura ante determinado riesgo (riesgo de tipo de interés o riesgo de divisa, generalmente), de forma que los inversionistas que hacen uso de estos productos pueden intercambiar los beneficios o flujos financieros entre sí con menor riesgo y a futuro. De hecho, el mercado de los swaps representa prácticamente el 80 % del mercado global de los derivados financieros, ya que son productos que se adaptan a la perfección a las necesidades de los inversionistas.
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