Hablamos de contabilidad financiera para referirnos a aquel aspecto de la contabilidad general cuya utilidad es registrar y facilitar información sobre todos los aspectos con trascendencia económica en la actividad de la empresa.
En realidad, más que un tipo diferente de contabilidad (que no lo es) nos encontramos ante una de las utilidades que tiene la contabilidad y de los aspectos sobre los que trabaja junto con otras como la contabilidad de gestión y la contabilidad analítica.
A diferencia de estos otros aspectos de la contabilidad (la de gestión y la analítica) que están diseñados para la utilidad de la propia empresa, la contabilidad financiera está destinada, mas bien, a dar información a terceros sobre la situación de la empresa.
A partir de la contabilidad financiera se elaboran los llamados informes financieros que enumeraremos y explicaremos más adelante y que pueden ser consultados por otras personas o entidades ajenas a la empresa para asistirles en sus relaciones con dicha empresa, hablamos de la Administración Tributaria, de la Seguridad Social u otras administraciones públicas que puedan, por ejemplo, conceder subvenciones, de proveedores que puedan vender a crédito o diseñar un plan de ventas personalizado para la empresa, de bancos y entidades financieras que puedan concederle financiación así como de posibles adquirentes de títulos de deuda del negocio o, incluso, de los propios accionistas.
Los informes financieros son, fundamentalmente, cuatro: el estado de flujos de efectivo, el de cambios del patrimonio neto, la cuenta de pérdidas y ganancias y el balance general; todos estos documentos serán ampliados, matizados y, si es necesario, explicados en la memoria.
Aunque los libros contables no son documentos públicos ya que, tal como los regula nuestro Código de Comercio (RD de 22 de agosto de 1885) en su artículo 32 la contabilidad de los empresarios es secreta, debe ser custodiada en el domicilio de la empresa y sólo puede obligarse al empresario a su exhibición por mandato judicial y en los casos que enumera la Ley de manera exhaustiva, este secreto inicial se refiere a los libros propiamente dichos porque, a partir de esos libros, la empresa está obligada a formular, cada ejercicio, cuentas anuales con toda la información contable de ese ejercicio y en las que se contienen los informes financieros de la empresa.
La obligación no es sólo formular estas cuentas anuales, sino que, también, existe la obligación de aprobarlas (normalmente por la Junta General) y realizar su depósito en el Registro Mercantil.
Resulta que el Registro Mercantil es, por su propia naturaleza, público por lo que las cuentas allí depositadas son accesibles para cualquier interesado, esto está expresamente previsto por el art. 281 de la Ley de Sociedades de Capital (RD Legislativo 1/2010) que establece que “Cualquier persona podrá obtener información del Registro Mercantil de todos los documentos depositados”.
Por lo tanto, cualquier persona o entidad que vaya a realizar cualquier tipo de transacción o negocio con la empresa tiene la posibilidad de acudir al Registro mercantil y consultar los informes financieros de la empresa.
Dado que, como hemos visto, el objetivo de la contabilidad financiera es facilitar información a terceros acreedores o inversores en el negocio, para cumplir su cometido debe reunir unos requisitos mínimos:
En este último punto podemos tener algún problema en aquellos países donde la unidad monetaria sea poco estable y, por ende, sus cuantías sean demasiado diferentes de un año para otro. En este caso deberá, al menos, ser advertido el problema o buscar soluciones para poder realizar esa comparación.
Este primer documento informa sobre el origen y la utilización de los recursos de la empresa que consistan en dinero líquido (caja o bancos) u otros activos que sean muy líquidos como instrumentos financieros con vencimiento inferior a tres meses y sin riesgos de cambios significativos de valor.
La información facilitada debe indicar la evolución de estos flujos de efectivo en una posible comparación interanual.
El estado total de flujo de efectivo es el resultado de sumar tres flujos que son:
Está compuesto por dos partes: el estado de ingresos y gastos reconocidos y el estado total de cambios del patrimonio neto.
El estado de ingresos y gastos reconocidos recoge el resultado de las operaciones de compra y venta a través de dos vías: por un lado el resultado de la cuenta de Pérdidas y Ganancias y, por otro, aquellos casos en que computamos pérdidas o ganancias patrimoniales directamente al patrimonio neto cuando lo manden o, al menos, lo permitan las normativas fiscal y contable.
En esto estarán incluidas, entre otros supuestos, las correcciones valorativas de activos que deben ser realizadas al final de cada ejercicio.
Este documento, que también se elabora al final del ejercicio y justo antes del cierre de dicho ejercicio, es el resultado de saldar las cuentas de ingresos, del grupo (7) contra las de gastos del grupo (6) además de aquellos casos en los que determinadas operaciones se imputan, directamente, a la cuenta de Pérdidas y Ganancias.
La información que nos da consiste en los resultados de la explotación que, si su saldo es deudor serán pérdidas y si es acreedor serán beneficios.
Pero esta información no se limita a lo anterior, también nos va a informar de la estructura, tanto de los ingresos como de los gastos, lo que nos dará una idea bastante certera de por qué se han producido esos resultados.
El balance general se elabora después del cierre contable de cada ejercicio y contiene todos los elementos patrimoniales de la empresa y el origen financiero de dichos elementos.
Para ello su estructura está compuesta de tres partes:
Es importante esta estructura del balance porque, según las proporciones en las que encontremos sus activos y pasivos, nos va a dar una información muy valiosa sobre la solvencia y buena o mala gestión financiera de la empresa.
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