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Economía colaborativa

por Software DELSOL

La economía colaborativa consiste en que personas particulares (consumidores) comparten bienes y servicios con otras personas para conseguir de ellos un mayor aprovechamiento.

Se produce cuando disponemos de un bien que es nuestro y que estamos utilizando pero que se podría aprovechar más y buscamos otras personas para compartir su uso: ejemplos hay muchos, como compartir coche pagando la gasolina a medias en un viaje, alquilar una habitación que nos sobra en casa, que nuestro vecino utilice nuestra conexión wifi y nos pague por ello, etc.

Estas formas de compartir cosas pueden o no suponer intercambios económicos.

Aunque este modo de compartir cosas ha existido siempre, en nuestros días su importancia ha aumentado exponencialmente y hoy día es algo muy frecuente. Seguramente ello se debe a dos razones:

  • A la tremenda crisis económica que acabamos de atravesar en la que las personas (los consumidores) han tenido dificultades para poder permitirse los bienes y servicios a que ya nos hemos acostumbrado; a través de este sistema se ha podido subsanar esto en gran parte.
  • A las nuevas tecnologías, Internet, las redes sociales, las aplicaciones informáticas que facilitan este tipo de intercambios.

En cuanto al segundo punto, los sitios de Internet para compartir, han supuesto un cambio enorme en el sistema de economía colaborativa: antes se compartía con personas que ya estaban en nuestro entorno y, como mucho, poniendo anuncios, hoy en día es muy fácil encontrar otras personas para compartir buscándolas en nuestro ordenador o Smartphone donde, además, nos movemos a nivel global. Esto ha convertido el fenómeno de la economía colaborativa en una realidad revolucionaria de talla mundial (cuando antes era un fenómeno marginal).

Fundamento de la economía colaborativa

Este crecimiento mundial de este tipo de economía se ha dado por la existencia de realidades que la han hecho posible:

  • Aumento de la población y mayor densidad que hace más fácil crear comunidades de consumidores.
  • Interés por la sostenibilidad, el deseo de aprovechar los recursos y no generar más residuos de los necesarios.
  • Mayor altruismo y filantropía: las nuevas generaciones están mucho más concienciadas en ayudar a los demás.
  • Sentimiento de grupo.
  • Aprovechamiento económico de lo que nos sobra debido, además, a la peor situación económica general.
  • Aparición de nuevas fórmulas económicas y de una mayor flexibilidad de la actividad económica.
  • Nuevas formas de negocio, startups, emprendimiento y nuevas formas de actuar en el ámbito financiero.
  • Innovaciones tecnológicas: la conexión casi universal a Internet, las redes sociales, la disponibilidad de conexión en nuestro propio teléfono, los nuevos sistemas electrónicos de pago, etc.

Los programas de intercambios

Estos sistemas aparecen por primera vez durante la crisis del petróleo de los años setenta del siglo pasado.

En 1975 aparece el Useful Service Exchange en el Estado de Virginia, en él se intercambiaban bienes y servicios utilizando una moneda virtual basada en el tiempo.

En 1976 aparece en Vancouver, Canadá, algo muy similar llamado Community Exchange que funcionará durante cuatro años.

También en 1976 aparece el primer gran sistema de intercambio, en la Columbia Británica (Canadá), los LETS (Local Exchange Trading System) utilizando también una moneda paralela (el Green Dollar). Este sistema se fué extendiendo por los países de habla inglesa, especialmente en Australia y Nueva Zelanda.

También aparecieron en Europa, como el SEL en Francia (1994).

Paralelamente han aparecido los bancos de tiempo, donde los que participan aportan sus servicios a otros y, a cambio, reciben los de esos otros.

A partir de ahí, a lo largo de nuestro Siglo XXI, han ido apareciendo aplicaciones en la Red de todo tipo, compartiendo alojamientos, actividades de recreo o compartiendo coche en un viaje (Blablacar), apareciendo por último las aplicaciones para utilizar vehículos como Uber o Cabify.

También existen sistemas colaborativos financieros, de crowdfunding que suelen estar especializados en objetivos concretos como culturales o sociales.

Alcance de los cambios

Según ha publicado la revista Forbes este tipo de consumo colaborativo podría llegar a un volumen de 110.000 millones de dólares en el mundo, alcanzando en la actualidad los 26.000 millones y estimándose unos beneficios obtenidos con el de 3.500 millones.

La pregunta es si estamos ante una nueva herramienta de intercambio o si, por el contrario, se trata de un nuevo sistema alternativo que va a redefinir nuestro mundo económico.

Hay en esto una serie de incógnitas y problemas que deberían ser explicados: las nuevas relaciones, laborales o no, la protección de los derechos de los consumidores y la seguridad jurídica en las relaciones entre los que participan.

Todo esto que decimos no es una cuestión bizantina, no hay más que ver los problemas que las plataformas de VTC han tenido últimamente en España (y no sólo en España) con las protestas de los taxistas y el hecho de que no se ha encontrado una solución óptima. El futuro nos dirá en qué acaba todo esto.

Lo que está claro es que en todos estos ámbitos va a ser necesaria la aparición de una regulación legal para aportar seguridad y garantía en este tipo de intercambios además de resolver los problemas de tribulación fiscal y de posibles relaciones laborales. No parece que esta regulación deba ser un único cuerpo general para todo el fenómeno sino que las autoridades deberán abordar los problemas en cada tipo de sector (transporte, vivienda, turismo, servicios profesionales, etc.).

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